tag:blogger.com,1999:blog-22290481.post1880428608743381669..comments2011-05-22T00:31:41.042+03:00Comments on Daily Picture: Una de cal, otra de arena.Tobiashttp://www.blogger.com/profile/04811708285727816155noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-22290481.post-10926257794436884162007-05-24T12:17:00.000+03:002007-05-24T12:17:00.000+03:00Jajjaa, JP! Lo que más ilusión me hace de meter en...Jajjaa, JP! Lo que más ilusión me hace de meter entradas es saber que vas a contar alguna de tus aventuras. La verdad es que es un sufrimiento sobrehumano, pero hay gente más avanzada e inteligente que nosotros que ha sabido ver la amenaza del apretón y reconvertirla en una oportunidad que han aprovechado. Ilumínanos, oh Madero!<BR/>Por cierto, en la obra sí que había una actriz española que hablaba el idioma de Torrente. De hecho, tenía un papel importante en la trama, aunque no muy estelar en cuanto a apariciones.<BR/>TTobiashttps://www.blogger.com/profile/04811708285727816155noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-22290481.post-50766909396145285802007-05-24T02:22:00.000+03:002007-05-24T02:22:00.000+03:00Siento profunda envidia porque hayas disfrutado de...Siento profunda envidia porque hayas disfrutado de tamaño despliegue plurifusional de pluriculturas que tanto gusta a las masas correctas de hoy. Acaso el único óbice que yo le encuentro a tan magno acaecido es que faltaba algún representante de ese país antes llamado España. Se me viene a las mientes un grafitero asturiano que reivindicase su milenaria lengua recitando versos del archiconocido aedo Sidrín de los Celtas. Y qué tal si se hubiese quemado un monigote que simulase ser Cervantes por tantos años de opresión fascista y centralista de esa lengua mesetaria y opresora. Todo ello aliñado con eructos de Kazajistán, ventosidades esquimales y sinfonías sobaquiles de Uganda. <BR/><BR/>Pero te admiro el trance por el que pasaste. Supongo que mientras tu vejiga reventaba a ti te dio por citar a Calderón de la Barca con su "Ay mísero de mí, ay infelice" (pido perdón por el ejemplo fascista).<BR/>Recuerdo cierto día en que interpretaba mi papel de chico bueno, sensible, que llora viendo Lassie, intentando sofaldar a una canaria que estaba de toma pan y moja. Pero he aquí, oh infausta providencia, que sufrí en mis intestinos la picaresca de unos meseros sin escrúpulos que rellenaron con agua del grifo lo que debería ser inmaculado fluido mineral. Y en Canarias el agua del grifo es peor que la Venganza de Moctezuma. La cosa tardó en manifestarse. Tardó lo justo como para que me sorprendiese en plena seducción inútil. Una agitación que ríete tú de Napoleón dando órdenes como un loco en Waterloo se me suscitó en los interiores. Era una pugna salvaje. La naturaleza o yo. Una batalla descomunal se libraba en mi panza, mientras me esforzaba por ser el más dulce, el más ingenioso, sin por ello dejar de reírle las gracias a mi cortejada y fingía que me moría de ganas de saber cómo murió su tía Clotilde. Mi andorga rugía. Aquello no eran retortijones sino bramidos de elefanta a punto de parir. Me notaba el sudor frío. Sentía mi rostro pálido. La brisa marina y húmeda me hacía flaquear. Yo apretaba y me comprimía. La charla proseguía y por fin llegamos a su hotel. Ella me dio dos besos con premura por si acaso yo intentaba el viejo y necio truco del pico fugaz de despedida. Me sentí poseído por una cuenta atrás irrefrenable a la par que la veía alejarse hacia su hotel-por supuesto, no miró hacia atrás- Contaba los pasos, los segundos, y porfiaba en aplastar mi sedición abdominal. El sudor frío me goteaba por la espalda y ya no sentía. Era un legionario en Cannas viendo cómo los veteranos de Aníbal comenzaban a sajar gargantas. Palpé la muerte. Olí el abismo de mi derrota. Estaba vencido. Barrunté mi posada pero era tarde. Las compuertas ya cedían. Las murallas se desmoronaban. Nada se interponía entre mi escarnio y yo. Percibí los primeros asomos. Un aullido de dolor se oyó en la noche y ya iba a izar bandera blanca (o de otro color) cuando un oasis en forma de isleta con varios árboles se apareció ante mí. Recorrí tembloroso los últimos pasos, desabroché mi impedimenta y me abandoné. Cañonazos. La artillería no dejó títere con cabeza. Tras el alivio un silencio sobrecogedor, casi místico. Busqué testigos de mi afrenta, mas no hallé alma que pudiese mofarse de mí. Partí de aquel lugar con el gesto ufano y pletórico de bizarría, dejando atrás nefastos recuerdos que bien merece la pena no recordar.Juan Pablo Arenashttps://www.blogger.com/profile/02501344680381473516noreply@blogger.com