7.2.08

Londres sin Suomigeroles

Hoy me he tenido que tomar un descanso forzoso y no ir a entrenar. Aún no me he recuperado del fin de semana brutale de Londres y tampoco mi cuerpo ha acogido bien la vuelta a las pistas de esquí de fondo. Mis amigos y compañeros de trabajo están todos gripados y yo estoy intentando evitar caer en las garras de la maldita enfermedad.
A Londres fui a encontrarme con mi hermano para celebrar el cumpleaños de mi sobriprimo Eduardo, que vive por allí. Antes de volar para allá cené con Kati, Markku, Riina, Mono, la Golfa y el Ruso en el centro. El mono nos llevó tan deprisa que le cascaron una multa de exceso de velocidad, pero por suerte no hubo más problemas de cuando me llevó al aeropuerto. Yo lo tenía todo bien planeado: en mi ya asumido papel de paleto de pueblo me pasé la tarde del viernes mirando cómo llegar del aeropuerto de Stansted a casa de mi primo en todos los transportes posibles. Como no facturé maletas, tenía plaza preferente y me senté el primero para salir por patas y llegar al metro antes de que lo cerrasen a media noche. El pequeño retraso del avión ya presagiaba que todo los planes se irían al garete, pero el golpe de gracia fue cuando en el aeropuerto redescubrí que el Reino Unido no pertenece a Shengen y hay que chuparse más de media hora de cola para que un funcionario medio aburrido mire tu pasaporte. Al final llegué a eso de las 2 o 3 a casa de Edu. Mi hermano dormitaba en el sofá mientras mi primo y yo nos poníamos al día con unas cervecitas.
El sábado era el gran día. Quisimos ver algo de Londres mi hermano y yo, pero la pereza nos pudo y acabamos echando una mano en la organización de la fiesta. A la fiesta vinieron unas 30 personas de todos los lados del mundo, con ganas de celebrar el cumpleaños y de destrozar la casa, ya que mi primo y sus compis se mudaban de allí. Mi hermano y yo hicimos de cocineros de barbacoa en el jardín de la casa, con unos 0 grados. 0 grados en Londres son menos que 0 grados en Finlandia, no se si por la humedad, menos mal que avivábamos la barbacoa con lo que pillábamos. Pronto empezaron a arder muebles, palets y como colofón el reseco árbol de navidad. Un ruso-letón se lo echó a las manos y empezó a correr por todo el jardín con el árbol ardiendo sobre su cabeza, en plan antorcha olímpica. También vino a la fiesta Aapo, un amigo de Tampere, el que despierta a veces en Birdscheisse y que ahora trabaja en Londres. A las 3 estaba ya tan pasado que se fue a dormir a la cama de una de las habitantas del piso. A las 5 se despertó para vomitar un poco, beber un poco más y acostarse en la cama de la otra habitanta. Por lo menos la táctica le valió para dormir cómodo y cerca de un cuerpo calentito... el de otro ruso-letón que estaba igual de borracho y tenía los mismos pensamientos acerca de la dueña de la cama cuando decidió meterse en la cama. Según iba avanzando la noche la gente iba cayendo en donde podía. En la cama de mi primo durmieron 3 como sardinas y yo me acabé acurrucando sobre un puff hasta que me despertó mi hermano a eso de las 7. De alguna manera misteriosa se había quedado fuera de la casa y estaba morado de frío.
El domingo pudimos dar un paseillo por Londres con unas ojeras hasta las rodillas y ya no tuvimos tiempo más que para comer y despedirnos, de nuevo llenos de alegría y buen rollo. Todo salía bien. Los del metro me hicieron un descuento para ir a la estación de tren ('Cheers Mate!') Los del tren me dijeron que no importaba que no fuese capaz de imprimir mi billete de tren que había comprado por internet, que me creían ('Cheers Mate!') y en el vuelo para Tampere conocí a un profesor de biología de Zaragoza que me bajó en su taxi al centro de Tampere y se dejó invitar a unas cervezas en el viejo dog's home. Hasta nos vinieron un par de chicas a hablar!
Je, ahora recuerdo que el martes fui con Ingo al Doris, ahora me explico lo del cansancio. Iba a acabar con una disquisición sobre la fisonomía de los finlandeses, pero lo voy a dejar para la próxima. Mejor mirad las fisonomías de mis familiares en las fotos de la fiesta.
Feliz fin de semana!
T
P.S: Hoy ha sido el día de las empresas en la Uni, para buscar trabajo y sobre todo para ver azafatas, comer chocolates en los stands y hacerse con un arsenal de bolígrafos de cada compañía. Y yo he ganado un sorteo del puesto de la fuerza aérea. Hubiese querido un F-18, pero la gorra del ejército del aire y el termo de medio litro para el minttu-kaakao también me hacen ilusión. Intentaré probar el termo si voy este fin de semana a esquiar.

3 comments:

Juan Pablo Arenas said...

Me suena eso de ir cagando leches al salir de un avión y que luego no haya ni trenes, ni buses, ni sillitas de la reina. Y que un ingeniero alemán casado con una gallega me hablara de las excelencias de la morcilla de Burgos mientras me acojía en su taxi de empresa. O me violentan analmente o me depositan en casa de Matías, pensé yo. Y me depositaron en casa de Matías, con Juanita y los cariñosos tranvías. Para que veas, Tobías, que los destinos se entrecruzan.

Es bonito que los ingleses te mimasen tanto en tu peripecia. Mi historieta de hoy va de ingleses arrogantes huyendo con mucha flema británica.

Juan Pablo Arenas said...

ACOGÍA, CON G, BURRO, CON G DE GRAMÁTICO TONTO. LA MADRE QUE ME PARIÓ.

Tobias said...

Muy buena la historia de Blas. Un abrazo para tí y para el trío de Hannover!
T