Hay veces que los gamberretes de autobús son hasta graciosos. Alguien había tuneado el cartel de 'Cuidado con el escalón' del autobús en el que volvía de la sauna de Kauppi de tal modo que se leía:
El cambio de una 'r' por una 's' lo convertía en 'Cuidado con el cerdo.' Creería el autor de la gamberrada que íbamos a coger este autobús después de la fiesta de anoche en casa de Ingo? La advertencia sería en vano, porque acabamos bajando en taxi, aunque también en el taxi nos comportamos de manera bastante cerda. La mezcla de albóndigas caseras de Ingo y el Finlandia del Po acabaron con nosotros... Incluso le dimos matarile al pobre Mono y nos fuimos todos al Doris!
Hoy, con la cabeza como un bombo, no se me ocurrió mejor idea que irme a esquiar. Creía que se había acabado la temporada después de la esquiada de Pirkka, pero ha nevado un poco y en Hervanta las temperaturas se han mantenido un poco por debajo de 0 grados. Me decidí por el trayecto sencillo, hacia Nirva. Al llegar al sitio en el que suelo darme la vuelta para regresar, me dije: 'Por qué no te acercas al lago, a ver cómo está?' Este año no había esquiado sobre el lago, porque con un invierno tan suave no me había atrevido a confiar en la resistencia del hielo. En el lago había huellas de al menos dos esquiadores, y estaban como mucho desde hacía 2 días. Me imagino que adivinaréis lo que hice como extranjero de 90 kgs. resacoso un domingo por la mañana, no?
Al principio iba bien pegadito a la orilla, pero al llegar al sitio al que suelo nadar en verano, tenía que decidir si cruzar por todo el lago, ya que ir bordeando la orilla sería una paliza. Era cruzar el lago de la misma manera que lo cruzo a nado en verano, solo que por encima, sobre un hielo del que no me fíaba nada. En esta entrada podéis ver la parte ancha de lago que tenía que cruzar, unos 350 metros. Para infundirme más valor, recordé que me había dejado el móvil en casa. En el lago no se veía ni un alma y las huellas de los otros esquiadores iban en otra dirección que a mi no me servía. De todas maneras, había otra huella, algo más antigua y casi borrada, que sí que iba en la dirección en la que yo iba, así que, como dicen por ahí, de perdidos al río... Me quité el MP3 para oír cómo cruje un lago antes de engullirte para escupirte después del deshielo y me puse a esquiar como alma que lleva el diablo. Justo en mitad del lago, el hielo empezó a hacer ruidos extraños. Fue entonces cuando reparé en un detalle extraño de la huella que seguía: era sólo UNA marca en la nieve. Cuál es la probabilidad de que un esquiador cojo, si es que existen, hubiese cruzado mi lago? Con un mal presentimiento examiné más de cerca 'huella' para descubrir que realmente se trataba de un corte en el hielo. La enorme masa de hielo se había partido en algún día de estos de más calor y el pequeño desnivel de uno o dos cms. entre las dos placas con la nieve posterior lo hacían parecer una huella de esquiador de una pierna. Las pulsaciones se me fueron de madre y cuando por fin llegué a mi orilla, ya algo más alejado de la huella que seguía, me temblaban las piernas como un flan.
Igual el hielo realmente aguantaba un camión, pero yo lo viví como en las mejores pelis de terror. En la foto de la izquierda se pueden ver mis marcas de esquí superpuestas a unas pisadas al borde del lago que me dieron la tranquilidad de saber que había llegado a buen fin.
Creo que eso de las huellas no es lo mío: La semana pasada vino Nathalie desde Zürich a visitarme. Después de una aclimatación de choque en el Dog's Home la noche de su llegada, fuimos el viernes a la cabaña de la compañía del mono. El sábado por la mañana nos fuimos a pasear por el lago helado y cruzamos una isla, para luego bordearla de regreso a la cabaña. Había todo tipo de huellas de bichitos, hasta que vi unas enormes. 'Vaya huellacas, no se de qué pueden ser!' le dije a Nathalie entusiasmado. Ella se me quedó mirando unos segundos y por fin contestó: 'Estas son nuestras huellas, Tobías. Ves? Ahí está la cabaña de donde venimos...' Si no llega a ser por ella acabo dando 4 vueltas a la isla y con la mirada atenta en busca de algún rinoceronte. La cabaña es una pasada y mirar por la ventana al lago cubierto de nieve desde la habitación acogedora con el calor que le da la madera te hace olvidar todas las preocupaciones y disfrutar del pequeño paraíso que la suerte te ha dado durante esas horas...
Al poner la sauna, siempre les decimos a los nuevos invitados que vamos mezclados y desnudos (bueno, menos a Flavio, el brasileño, que le hicimos ponerse un chaleco salvavidas). Pero la novia del Mono nos desbarató el plan y entraron en bañador.
El tour de Tampere se completó con un salida al Ruma el sábado y comida de los animales de nuestro zoo el domingo. El Cejas estaba pletórico y Luna cada vez crece más y ya se parte de risa. Intentamos calentarnos un poco con un munkki en la torre de Pyynikki, pero el frío ya era por la falta de sueño que se nos había acumulado desde el jueves. Ahora estoy experimentando un frío similar, así que me voy a meter debajo de la manta. Menos mal que esta semana solo tiene 4 días de trabajo, yuhuuu!
Feliz semana!

Hoy, con la cabeza como un bombo, no se me ocurrió mejor idea que irme a esquiar. Creía que se había acabado la temporada después de la esquiada de Pirkka, pero ha nevado un poco y en Hervanta las temperaturas se han mantenido un poco por debajo de 0 grados. Me decidí por el trayecto sencillo, hacia Nirva. Al llegar al sitio en el que suelo darme la vuelta para regresar, me dije: 'Por qué no te acercas al lago, a ver cómo está?' Este año no había esquiado sobre el lago, porque con un invierno tan suave no me había atrevido a confiar en la resistencia del hielo. En el lago había huellas de al menos dos esquiadores, y estaban como mucho desde hacía 2 días. Me imagino que adivinaréis lo que hice como extranjero de 90 kgs. resacoso un domingo por la mañana, no?


Creo que eso de las huellas no es lo mío: La semana pasada vino Nathalie desde Zürich a visitarme. Después de una aclimatación de choque en el Dog's Home la noche de su llegada, fuimos el viernes a la cabaña de la compañía del mono. El sábado por la mañana nos fuimos a pasear por el lago helado y cruzamos una isla, para luego bordearla de regreso a la cabaña. Había todo tipo de huellas de bichitos, hasta que vi unas enormes. 'Vaya huellacas, no se de qué pueden ser!' le dije a Nathalie entusiasmado. Ella se me quedó mirando unos segundos y por fin contestó: 'Estas son nuestras huellas, Tobías. Ves? Ahí está la cabaña de donde venimos...' Si no llega a ser por ella acabo dando 4 vueltas a la isla y con la mirada atenta en busca de algún rinoceronte. La cabaña es una pasada y mirar por la ventana al lago cubierto de nieve desde la habitación acogedora con el calor que le da la madera te hace olvidar todas las preocupaciones y disfrutar del pequeño paraíso que la suerte te ha dado durante esas horas...
Al poner la sauna, siempre les decimos a los nuevos invitados que vamos mezclados y desnudos (bueno, menos a Flavio, el brasileño, que le hicimos ponerse un chaleco salvavidas). Pero la novia del Mono nos desbarató el plan y entraron en bañador.
El tour de Tampere se completó con un salida al Ruma el sábado y comida de los animales de nuestro zoo el domingo. El Cejas estaba pletórico y Luna cada vez crece más y ya se parte de risa. Intentamos calentarnos un poco con un munkki en la torre de Pyynikki, pero el frío ya era por la falta de sueño que se nos había acumulado desde el jueves. Ahora estoy experimentando un frío similar, así que me voy a meter debajo de la manta. Menos mal que esta semana solo tiene 4 días de trabajo, yuhuuu!
Feliz semana!