21.4.07

La noche de los Pultsaris vivientes.

Tengo miedo.
Estarán aquí de un momento a otro. No hay escapatoria. Estas pueden ser mis últimas líneas. Pero volvamos en el tiempo un par de días, cuando el sol aún brillaba y nada hacía presagiar estas últimas horas de angustia.
La semana estaba siendo dura de trabajo, pero feliz, con cenas como antaño: ligeras, rápidas. Con el ruso, a veces con el mono, unos capítulos de South Park, risas. Las tortas me volaban en Kung Fu, aunque a uno de los veteranos le di un buen golpe de dientes en la mano. Futbol al aire libre el miercoles, en fin, otra semana Tamperelainen.
Ayer, cuando salía del banco de entregar unos papeles se me antojó comprarme un zumo en el centro comercial del centro de Hervanta, el Bronx de Tampere, en donde vivo. Algo no iba bien. No podría definir con exactitud lo que era. Una tonalidad inusual en la luz, un olor, o falta de él, únicamente perceptible por el subconsciente. En aquel momento no me percaté, pero al ir a entrar al super me impidió el paso un cartel que indicaba que el centro comercial estaría cerrado durante una semana, hasta el grandioso estreno de la ampliación el jueves que viene. Habrá tres supermercados dentro de un centro comercial, incluso un Lidl! Instintivamente mi mirada se dirigió al Alko, el monopolio estatal de venta de alcohol. Al igual que en las películas, PAM PAM PAM, la imagen de una tienda desolada saltó a mis ojos. Esto era lo que pasaba! El único Alko de Hervanta estaba cerrado, y lo estaría durante una semana entera. Los alrededores del centro comercial estaban vacíos de Pultsaris, los borrachos que se pasan la vida merodeando cerca de la tienda del alcohol hasta que parezcan lo suficientemente serenos como para que les vendan la siguiente botella de Leijona Viina. Cómo sobrevivirían sin su materia prima fundamental?
Hoy por la tarde he recibido la horrible contestación a esta pregunta. Los Pultsaris se están levantando de sus agujeros y saliendo a la calle:
Atacan a las personas normales para comerse sus hígados, en busca del mínimo resto de etanol con que apaciguar su sed. Alex ha estado cenando en casa, con su gato Eikki. Creí que estaríamos a salvo aquí, pero al irse oí un grito y, cuando me asomé por la ventana, vi como lo reducían entre 15. Se defendió como un valiente, pero estos monstruos no sienten el dolor. Sus ojos inyectados iban en busca de los 33 cl. de cerveza que se tomó el ruso con la cena. No quedó ni el gato, al que saltó una gota de cerveza al abrir la botella.
Ahora están cada vez más cerca. Van casa por casa abriendo neveras y minibares. Los oigo aullar cada vez que encuentran el botín esperado, ya sea en la cocina, el salón o dentro de la propia víctima. Llevo desde el sábado limpio, ni gota. Porcentaje en sangre = 0.0. Pero no hay esperanza. Ayer me limpié una herida con un poco de colonia. Esta será mi perdición. Dios mío! Ya han llegado al octavo. Están aporreando la puerta. Por la mirilla los veo. Son 25, 30. Me han olido y retoman el asalto con renovados bríos. Y yo sin mi lanzallamas, que es lo único que puede acabar con ellos, por eso de la inflamabilidad. NO! Han roto la última línea de defensa! Se abalanzan sobre mi! Ah!! AAAHHH!!!!
nns a mqn w

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ag.
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6 comments:

Juan Pablo Arenas said...

En la mitología griega existían los Silenos, que eran criaturas viejas medio animal, medio hombres. No son sátiros, pues los sátiros son más jóvenes y más lascivos (Tobías sería un sátiro). Y los sátiros eran más canallas. Como el sátiro que quería sofaldar a la ninfa Eco y como la otra iba de estrecha, convenció a unos pastores para que la devorasen. Se la papearon y de ella solo quedó la voz.
Los Silenos, en cambio, son viejos, sabios y borrachos. Están tan lúcidos que necesitan del alcohol para aguantar la burricie del mundo.
¡¡Cuánto sileno hay por el mundo!!

Anonymous said...

estas colgadisimo
buffo, hazte una paja

Anonymous said...

Eh Tobías, mola tu blog tío. Parece que la fiesta continúa en Tampere, ¿no?.
Que ganas de volar para allá...

1 saludo!

Tobias said...

Vengan a ver a los silenos, sátiros y dionisios. El Circo de Tampere abre sus puertas todos los días. Sesiones especiales para invitados especiales. Pasen y vean!
T

Juan Pablo Arenas said...

Chacotas aparte, ¿cómo se toman los finlandeses a esos señores beodos que asumen su condición con tanto desparpajo? ¿Con hipocresía y espanto o con natural resignación? Contesta, te lo imploro, oh sapientísimo Tobías.

Tobias said...

Pues hay de todo, JP. La mayoría los ignora, ya que no suelen molestar. Cuando se ponen hablar con la gente les pegan dos voces y normalmente se queda en eso. Cuando están muy acabados, se llama a la ambulancia o policía, que se los lleva a casa o al calabozo. En febrero tuve que llamar 2 veces a la ambulancia porque 2 borrachas se habían resbalado y hecho una brecha en la cabeza.
También hay gente que les tiene ira, pero como grupo social parásito, ya que son mantenidos con los impuestos.
T