16.9.07

... but I ain't got wings.

Como dice el gran Trompetti en su canción, lo más difícil es aterrizar. A mi casi me pareció más duro el lanzarme a volar, pero enseguida más acerca de esto. No puedo dejar de mencionar la paliza que el Chama y yo le dimos al Polla y al Mono a los dobles en tenis el viernes. Ni siquiera estaba sudado cuando fui con la Golfa y el Ruso a ver la peli de los Simpsons, que no está nada mal. Luego me fui como un niño bueno a dormir porque tocaba fin de semana de concentración.
Se me habían acumulado varios planes muy jugosos para este fin de semana. El cumpleaños de Jesse se celebraba en el campo con una batalla de 'paint ball', una guerra con pistolas que disparan balas de pintura y en vez de hacer heridas, hacen manchas que son fáciles de lavar. La misma noche la novia del Mo celebraba su cumpleaños y se llegó a anunciar la presencia de una amiga suya que sale en varias revistas finlandesas ligerita de ropa. Pero yo renuncié a todo esto sólo por comprobar el aprovechamiento de mi curso intensivo que me ha mantenido ocupado las dos últimas semanas. El jueves hice unas pequeñas prácticas, pero hoy al final fue el gran día:

Hace poco describí mi teoría acerca de los escasos frutos de la perseverancia. Este fin de semana por fin he vivido una situación en la que ha merecido la pena aguantar hasta el final (y, como no, se aprovecha el resultado para una película, o una entrada en un blog). Fuimos el viernes a Jämi, el aeropuerto a 80 km. de Tampere que el club de paracaidismo de Tampere usa para hacer sus saltos. A las nueve de la mañana estábamos allí como relojes los 5 nuevos 'aprendices,' pero el tiempo nos la jugó. Al principio estaba muy nublado e incluso llovía. No nos dejan saltar por encima de las nubes, entre otras cosas para que veas a dónde vas a aterrizar. Cuando empezó a clarear, se levantó el viento y a los nuevos no nos está permitido saltar cuando el viento ha sobrepasado los 8 m/s en la última media hora. Pasamos el día haciendo NADA. Viendo a los experimentados saltar y con la mirada fijada en el cielo y en el monitor que indicaba la velocidad del viento. Cuando oscureció habíamos perdido un día. Echados en unos colchones en la sala en la que empacan los paracaídas, viendo pasar lentamente las horas. Decidimos probar suerte el domingo y nos quedamos a dormir. Por supuesto yo era el único que no iba preparado para pasar allí la noche, sin mudas de ropa y sin saco de dormir. Después de asar unas salchichas al mejor estilo 'grupo de montaña' y una cerveza etiquetada con el careto del gran Pate, nos pegamos una sauna y a dormir a las barracas a las literas. Yo era el único de los veintitantos paracas sin saco de dormir. Encontré una manta mugrienta en una esquina polvorienta y me la puse a los pies. Enseguida me asaltaron picores psicológicos por todo el cuerpo. Piojos, chinches, ladillas me atacaban desde la manta. Aun así conseguí dormirme, hasta que sobre las 3 de la madrugada desperté. Tenía la nariz que podía enfriar cubatas con ella, así que hice caso del lema del maestro To: 'La sarna con gusto no pica' y me subí la manta hasta las orejas.
Hoy las horas fueron pasando de la misma manera que ayer. Aclaraba de vez en cuando, se nos aceleraba el pulso, en parte esperanzados, en parte acojonados. Pero a las 4 de la tarde las posibilidades se desvanecían. Los tres novatos con los que había viajado el sábado decidieron marcharse. Iban directos a Hervanta y me hubiesen dejado en casa. Estuve a un pelo de calvo de irme con ellos, pero en casa tampoco había gran cosa que hacer y decidí quedarme con el último nuevo. Y cuando ya parecía que los dados estaban echados, el viento se calmó con las nubes algo por encima del kilómetro. Entramos justo en el último grupo de salto de la tarde, subimos al avión y saltamos voluntariamente. No voy a intentar describir la sensación porque no puedo. Cuando hablé con la Golfa intenté describirlo con sonidos y me contestó: 'Jo, eso suena como un orgasmo!' Y yo le contesté: 'Si, pero dura mucho más!' Mi cara del 'cigarrillo de después' lo dice todo...

4 comments:

Juan Pablo Arenas said...

Querido T
Te contesto algo tarde a tu afirmación de que los españoles latrocinan y arramblan con todo lo que pueden. Es cierto. Somos así. Voy a incluirme en esta falta de moral, porque, aunque no creo que hubiese sustraído esos esquíes, no descarto otros pecados mortales. España es así, pero es lógico. Nuestros políticos con derechos forales y eternamente oprimidos por el centralismo se pasan por el refajo la dichosa ley de banderitas, ¿qué no va a hacer el pueblo llano y hambriento? Si al alcalde de una nación/estado/pueblo milenario no le sale de las amígdalas poner la bandera española, ¿por qué tengo yo que ir al trullo por robar 500 euros? Ya no es patriotismo, es que hay una ley que así lo indica. Una ley. ¿Alguien entiende que una ley es para cumplirla? La moral del “yo quiero ser poderoso para no ser un pringado” es algo nuestro. Por todas partes vemos que trincar y matar sale barato, con lo cual es normal que el pueblo se empape de esa moral inmoral y afane todo lo que pueda en cuanto nadie vigila. Tenemos la sociedad que nos merecemos, la televisión que nos merecemos y, por supuesto, los políticos que nos merecemos. A menudo hablamos de los problemas de nuestro país como de un abstracto geométrico, como Platón hablando de trigonometría, pero entre todos hemos hecho esta casa de rameras. La España infame está en cada uno de nosotros. En los que se ríen del Dioni y quisieran ser como él, en nuestras travesuras de críos sisando en Alcampo, en nuestros exámenes copiados que se distribuían por clase, en nuestros fontaneros que nunca nos dan factura, en el gestor que le recomienda al fontanero que pague más a Hacienda, pero cuando el fontanero le hace una obra en casa lo quiere todo sin IVA. Entre todos hemos hecho este nido de víboras, esta jauría de chacales, esta pandilla de analfabetos que nos mandan. Tenemos lo que nos merecemos y nos merecemos lo que, entre todos, hemos hecho. Todo Cristo quiere zampar de la teta y luego largarse con viento fresco antes de que lo pillen. Nos extrañamos de que nuestros chavales quieran ser Beckham en lugar de Ramón y Cajal, pues normal, si entre todos se lo hemos inculcado. ¿Quién le dice a su hijo que sea un gran científico? Los padres quieran que sus hijos sean futbolistas y que ganen un fajo de pasta. ¿En qué se gasta la gente el dinero? Yo, como necio que soy, he estado toda mi vida endeudado por los libros. Me compré la Británica, ahora estoy pagando una enciclopedia del arte a 30 euros al mes y algún día tendré el Oxford y la Espasa. Pero voy a casas de chavales donde no hay ni un libro, ni enciclopedias ni nada parecido, la tele está todo el día puesta y el padre hojea el Marca. Y luego me dicen que a su hijo no le gusta estudiar.
No os preocupéis de las vacunas, chavales, o investigar, que para eso están los yanquis y japoneses y los chinos. “Qué inventen ellos” dijo Unamuno. La ordinariez mola y ser mal educado es lo más de lo más. Son hijos nuestros, no son fruto de la inseminación marciana. Como dijera Sabina “las niñas ya no quieren ser princesas”. Las niñas quieren ser Belén Esteban.

Tobias said...

Como bien dijiste en su día, España es capaz de lo mejor y de lo peor. Solo me jode que parezca últimamente que lo peor es lo que predomina.
En fin, serán paranoias mías.
Un abrazo!
T

Anonymous said...

Hei Bird Boy!: Enhorabuena por tu salto! Pareces todo un profesional con tu equipo naranja! Se te ve radiante! Ahora que será lo próximo? Escalar el Everest?
Estoy muy orgullosa de ti!
Un beso!

Tobias said...

Muchas gracias, lady in red! Tengo más cara de conejo que de otra cosa en la última foto, pero vamos, me latía el corazón a 1000 y quería abrazar a todos que estaban cerca de mi. El equipo naranja es el mono que tienen para los principiantes, a juego con mi cabezolo.
Besos!
T