28.11.07

Al estrellato de la mano de JP!

Buf, últimamente no tengo tiempo para nada y se van acumulando las aventuras y desventuras. Como llevo tres noches seguidas cenando lentejas que sobraron del viernes y temo que pueda estallar en cualquier momento, escribo una breve entrada para compartir con vosotros que mi amigo Juan Pablo se ha propuesto hacerme famoso. JP tiene un programa todas las mañanas laborables en Radio Nacional, a las 9:50, hora española, minuto más, minuto menos. El programa se llama 'El Buscador' y en el JP aprovecha las curiosidades que se encuentra por la red para filosofar y reírse de lo que le viene en gana. Si queréis escuchar RNE5, pinchad aquí y elegid reproductor.
El martes pasado habló de mi, y si queréis escuchar lo que dijo, aquí os dejo la grabación del programa.

Si os da problemas para escucharlo, se puede bajar de aquí. (Pinchad con el botón derecho del ratón y 'Guardar como...,' luego abridlo en vuestro ordenador con el reproductor de medios habitual). O por una vez, y sin que sirva de precedente, abridlo con el Internet Explorer, permitiéndole ejecutar el control Active X, esa pregunta rara que sale en amarillo arriba de la ventana.
Seguro que vio la naturalidad con la que me desenvolvía en la naturaleza en verano. Aunque mirado con detalle aún no soy doctor, ahora voy a tener una motivación extra para corregir esta diferencia lo antes posible. La página de Finlandia de la que habla es esta. Echadle un vistazo y venid acá a visitarme!
Por cierto, JP es quien más comenta aquí, a ver si tomáis ejemplo. Gracias, JP, por el programa y por comentar. Si alguna vez diriges tu talento a una bitácora, estaré encantado de comentar.
Ahora me voy a dormir, que mañana tenemos la pikkujoulu, la fiesta de navidad del departamento y promete ser potente.
Un abrazo!
T

16.11.07

La vuelta de Rusia / última entrada de 1999

15.11.99

Contento, al son de "The lion sleeps tonight" (Awimbawe!), comienzo el relato del último día de nuestra excursión a Rusia. La verdad es que con el tiempo que ha pasado desde ese día (una semana), no sé si me acordaré de los detalles, pero como siempre, los que se acuerden de algo más me lo pueden enviar.

Lo último del sábado fue acostarse, como es lógico...
POMPOMPOOOMMMMM!!! Eh?!? El despertar fue de lo más sobresaltado, José casi tira la puerta a las 9:20 de la mañana (tras tras o cuatro horas de sueño). El estimado y asiduo lector se preguntará: "Cómo es posible que José se haya levantado antes que los demás y sea el encargado de despertar al personal?" José no durmió esa noche. El caso es que casi me deja seco en la cama del susto. Según su descripción, salté de la cama y pegué dos o tres puñetazos al aire. Antes de recuperarme del susto y aún en ese estado indefinido entre el mundo real y el de los sueños, comienzo a oir unos berridos desgarradores: "Me cago el la puta!! Qué hijo de putaaa!!!" Pero quién me manda a mi tener estos despertares? Loren estaba despotricando. Le habrían despertado de un sueño irrepetible? No, resulta que el autobús se iba a las 9:30 y nos quedaban 10 minutos y la culpa de todo lo tenía José que no nos había despertado antes. Desde luego, mira que no despertarnos a tiempo siendo tu obligación, José, es que eres un malote. Todavía más para allá que para acá y con legañas, fui a desayunar y allí me enteré de que la partida del bus era a las 10:30, quizás es que nos habían dicho a los españoles que partiría una hora antes para que no llegásemos tarde. La estratagema surtió efecto y aunque llegamos los últimos, por supuesto, a las 10:30 estábamos todos sentados en el autobús listos para partir. O no? Copón! Se nos olvida Carlos!!! Rápido, comando de búsqueda y captura. Aporreo a la puerta de su habitación. No hay respuesta, lo que puede significar dos cosas: Ha desaparecido con la holandesa o ha desaparecido de entre nosotros y está esperando que le saquen de la habitación en autobús de madera. La señora de la limpieza que pululaba por allí nos ayudó intentando abrir su puerta con su llave, pero no pudo, había una llave metida por dentro. Oh Oh! Llamamos por teléfono a la habitación y en paralelo aporreamos la puerta. La conjunción de todos estos esfuerzos hicieron volver a Carlos. Mientras abría y empezaba a acostumbrar los ojos a la luz del día, Marcos y yo le hicimos la maleta. El pobre no debe saber casi como llegó al autobús esa mañana de lo rápido que pasó todo.
Por fin salimos de vuelta. Ni ambiente ni nada, todo el mundo durmiendo, ya que hasta los Finlandeses la montaron hasta las tantas, aunque en la habitación del hotel, ya que al parecer habían oído un tiroteo y se habían atrincherado allí, pidiendo pizza para cenar...
En ese estado de semitrance llegamos a Vyborg, la ciudad rastro (mercadillo) para nosotros y la ciudad de origen de Alex, mi ruso, para hacer unas últimas compras. Nada reseñable, solo un chavalín de unos 5 añitos que hizo de la pierna de Marcos un saco de boxeo hasta que Marcos le dio unas monedillas, porque después de lo que se lo curro se las merecía... Todo el mundo se compró sus botellitas de agua con vitaminas y directos a la frontera.
Por suerte no nos miraron mucho. En cambio la inspección de los pasaportes estuvo de lo más curiosa. Se subió un joven soldado ruso y se puso a revisar todos los pasaportes. Como el autobús iba repleto de estudiantes internacionales, había una variedad enorme de pasaportes y el soldado se puso a hacer bromas de cada país. A los italianos les decía: "Mafia, eh? Cosa nosstra! PumPum!", al americano: "Bill Clinton. Monica Lewinsky, eh? Bill Clinton Sex Machine, yayaaa!". A mi parecer, el más gracioso comentario se lo hizo a Paras, de la India: "India? Benzin! Benzin!" Ante la cara de "No entiendo" de Paras, hizo el gesto de beberse el "benzin", hizó "glúglúglú" y luego hizo como si se prendiese fuego, como esos que se autoimolan por protestas. Vaya risa que me entró! A mi no se atrevió a decirme nada... El soldadito se bajó del autobús acompañado de una calurosa ovación.
En el duty free entre las fronteras, nos ventilamos la sandia que se había comprado Matthias. Me toco partir y repartir, pero qué mal lo pasé cuando se me llenaron las manos del zumo de la sandía, haciendo ni frío ni calor, unos cero grados... José y yo tuvimos que volver hasta el puesto ruso para lavarnos las manos. Cuando regresábamos al autobús me percaté de que se me había olvidado limpiar la navaja de Dani con la que había cortado la sandía, así que dimos media vuelta de nuevo y nos pusimos a correr hacia la caseta. En seguida salieron tres guardas fronterizos y nos pararon. "A donde vais?" Menos mal que no se me ocurrió sacar la navaja para darle alguna explicación...
De nuevo sobre ruedas, algo decepcionados porque nos tuvimos que chupar otras x entregas de "Southpark" en vez de Matrix, que habían comprado los Finlandeses en Rusia y que por supuesto no funcionaba. Por suerte me pude dormir algo gracias a que me acoplé en un buen sitio y con una buena almohada y en menos de nada llegamos a casita. Qué pena al bajar del Autobús. Era como despertar de un sueño, se volvía a la rutina (qué morro tengo por decir eso) de Tampere. Decir adiós a los compañeros del viaje, sacar las maletas...Pero todo llega a su fin dicen por ahí, al igual que estos relatos.
Espero no haberos rayado mucho, hasta la próxima!

Tobias

P.S: Hoy ha hecho -6 grados centígrados. No comments

12.11.07

SPB'99 (3/4)

12.11.99

Ya estamos aquí de nuevo, con las neuronas quemadas de tanto trabajar hoy. Anoche hubo Sauna y nos hicieron cantar en finés. Los coros los seguíamos muy bien, pero para las letras nos dejaron unos libritos de canciones, como los de las iglesias y allí, con dos narices, leíamos lo que ponía y no sabíamos ni lo que significaba. Con eso de la sauna me acosté a las tantas y hoy tuve que levantarme pronto para poner la lavadora y para nadar y después de nadar pasar el día de charla. Por cierto, ayer tuve presentación en la clase de francés y lo que debió haber sido un corto relato acerca de este verano acabó siendo una charla de casi dos horas. Pero por lo menos no fue aburrido y participaron todos.

Pero vamos a lo que interesa, que es el tercer día del viaje relámpago a Rusia.

Cada vez lo veo más difuso, pero si no me equivoco, habíamos dejado la historia en la noche de los dos rusos. Pues prepárense, que viene el sábado...

Po' la mañana nos despertó José aporreando la habitación. Si no nos dábamos prisa perderíamos el desayuno! Sin tiempo siquiera a pensar una respuesta digna, Marcos y yo seguimos durmiendo. Claro está que nos perdimos la excursión a un palacio con el autobús, pero tampoco teníamos pensado hacerla, así que nos levantamos felices a eso de mediodía, nos vestimos y nos agrupamos en busca del sábado glorioso. Salimos del hotel José, Marcos y Loren por Valencia, Carlicos por Zaragozica, Claudia por Alemania, Gaby por México y yo por que no me quería quedar solo en el hotel. La intención era visitar el famoso Hermitage, palacio-museo que no nos había dado tiempo de visitar hasta entonces, pero no habíamos establecido un plan, así que eramos flexibles. Como no nos apetecía andar, nos subimos al primer tranvía que pasaba en dirección centro. De nuevo la suerte estuvo de nuestro lado, ya que, aunque el tranvía hacía algunos amagos de irse hacia una zona que no nos interesaba, al final nos acabó dejando en la Universidad, que está justamente al otro lado del río, pero detrás del Hermitage.

Sopesamos la posibilidad de comer en la universidad, pero como ya nos había salido bien la apuesta del tranvía, decidimos arriesgar también con la comida. Al no haber desayunado nada decente, nos decidimos a buscar algún sitio para menear el bigote cerca de la universidad, para ver si los precios también eran universitarios. Lo primero que encontramos fue una oficina de correos, lo que nos vino fantástico, ya que teníamos algunas postales que enviar y así lo hicimos cuando fuimos capaz de expresarle nuestros deseos a la señora de la oficina de correos. Callejeando nos encontramos con varios mercadillos en los que se podía comprar de todo. Al final vimos un mercado como los que hay en España, y me imagino que en el resto del mundo también, dentro de una nave enorme y varios puestos. Una parte estaba dedicada sólo a patatas, la otra a frutas y productos frescos. Y allí ocurrió lo inconcebible para quién me conozca. Comí queso y dátiles y encima repetí porque me gustaban los dos. De hecho la caja de dátiles era mía... Hay constancia fotográfica de ello, si el carrete está siendo revelado correctamente. Cuando cada uno hubo finalizado sus compras y saciado un poco su hambre, proseguimos el camino, fijándonos en los cafés por los que pasábamos.

De pronto nos adelantó un militar apresuradamente, de esos militares rusos que parece que en vez de gorro militar llevan un plato de servir pavos de lo grande que son sus gorros, y se metió en un café de los que están a altura de entresuelo. Casi no hizo falta ni hablar y nos decidimos por ese lugar. Bajamos los cuatro escalones y ante nosotros se presentó un salón de unos 6 x 8 metros, con luz tenue, absorbida por los colores rojos y marrones de los muebles y atenuada también por el humo que había en el bar. Había tres militares rusos en una mesa, tres rusos en otra y otras dos mesas estaban ocupadas. Hicimos el gesto universal "5 dedos juntados por las yemas acercándose a la boca" (comida?) y nos respondieron con el gesto universal "movimiento repetido de cabeza de arriba a abajo" (me parece que este no hay que explicarlo). Sin pensarlo y sin mirar la carta nos decidimos a quedarnos (mirar la carta no sirve de nada si no sabes lo que pone). Nos sentamos en una mesa y, como era pequeña, ocupamos parte de la de al lado, invadiendo la intimidad de un ruso que allí estaba tan tranquilo. No sé como me tocó el papel de pedidor oficial de comida. Ninguna de las señoras hablaban otra cosa que no fuese ruso. Los soldados, con cara de malos de peli de James Bond by Sean Connery me daban sustín, así que tampoco les pregunté a ellos. El chico que estaba en la mesa con nosotros nos trató de echar una mano, pero después de tratar de explicarnos las ensaladas, desistió. Como eramos 7 y había siete platos, resolvimos pedir uno de cada y rotar los platos, como buenos hermanos. Al final, como no había dos, pedimos dos repetidos, a la aventura, y nos pusimos a esperar la sorpresa. Pedimos también un vino del país, pero estaba muy malísimo. Mientras esperábamos fuimos uno a uno a visitar el servicio. Para ir allí había que pagar un rublo y cruzar la cocina en la que pululaban gatos por debajo de los muebles de la cocina. Me imagino a la cocinera quitándole al minino la pata de pollo que luego me pondría a mi en la mesa. A mi no me tocó pagar el peaje, hice uso del servicio y le hice una foto, ya que era minúsculo, sucio, con agujeros en los que en cualquier momento podía salir una rata y una parte que servía de trastero de utensilios para la limpieza. Al salir me veo a las tres mujeres del bar cerrándome el paso, la jefa y la gorda de la cocinera y la gorda de la recaudadora de peajes toiletteales. Entendí algo de fotopankinski o similar y me temí que me quitaran la cámara y sin resistencia, porque la cocinera era del calibre "te meto un guarrazo y no te levantas hasta que te muerda una rata el culo". Al final todo se arregló pagando el rublo de uso de baño, y pude regresar a la mesa. La comida estuvo bien, había una especie de brochetas, salchichas, carne y más. Cada cierto tiempo rotábamos los platos en sentido contrario a las agujas del reloj, siendo al final Gaby quien marcaba el ritmo endiablado que no me permitía casi comer de los platos que pasaban por debajo de mis narices. El ruso que estaba a nuestro lado lo flipó tanto que cuando se fue del restaurante nos dio una tarjeta con sus datos.

Ya se nos estaba haciendo tarde y nos decidimos por ir directamente al Hermitage. Llegamos a él a las 16:30 y como lo cerraban a las 5, no nos quisieron dejar entrar los policías de la puerta. Para mis adentros pensé que mi madre me mataría si llegaba a San Petersburgo y no visitaba el Hermitage, así que propuse colarnos por la salida. Nadie me siguió al principio y yo me metí un poco para ver cómo estaba la cosa. La salida era muy larga y me fui metiendo, metiendo hasta que cuando me vi dentro, no quise arriesgarme a volver a recorrer todo el camino y quedarme fuera. Al final los otros chicos también entraron y las chicas se fueron, porque ya lo conocían, pero no fuimos capaz de encontrarnos y a partir de ahí me quedé solo. Me dio tiempo en poco más de media hora de ver algunos cuadros de Picasso, Van Gogh, etc. es una lástima que no entienda de pintura o que no me acompañase alguien que supiese del tema, como aquella vez que disfruté por primera vez de una exposición de pintura en el museo Thyssen. Lo que más me impresionó a mi fue la majestuosidad de las salas, con parquets distintos en cada sala, salones enormes dominados por arañas enormes bajo las que apetecía ponerse a bailar valses, aunque no sepa, pasillos abiertos que cruzaban un salón a media altura... Como además la gente se estaba yendo y yo iba en sentido contrario, daba la impresión de estar más en un cuento de príncipes y princesas que en la realidad. El billete de vuelta a la realidad me lo proporcionó un poli con mostacho que parecía sacado de la serie Starsky & Hutch, por las patillas rubias, el peinado y el uniforme con pantalones de campana. Vaya imagen de autoridad. Pffff. Y mientras me echaban vi la pieza que más me gustó de lo que había podido visitar: Un trineo biplaza de madera pintada de color dorado. Era el típico trineo de los cuentos de los zares, con sitio para dos personas sentadas una al lado de la otra, tapadas por pieles para no pasar frío mientras recorren los caminos nevados entre los pinos. La parte delantera acababa en dragón siendo matado por San Jorge, también en madera dorada.

Cuando por fin salí, los otros habían desaparecido ya. Con intención de encontrarles me dirigí hacia el Aurora, un barco de guerra de la primera guerra mundial a dónde pensaban ir las niñas y ellos. Estaba bastante lejos, pero decidí ir andando. Al cruzar el puente, me tuve que meter por un paseo ancho, pero sin iluminar, así que se me activaron los sistemas de vigilancia inherentes a cualquier persona que habite una ciudad, aumentada la sensibilidad a causa de las historias de miedo que nos seguían haciendo tragar. El caso es que a mitad de paseo oigo que se acerca un coche por detrás y que empieza a desacelerar. Me giro y veo un VW Passat familiar con los cristales tintados que poco antes de llegar a mi altura apaga las luces (ya era de noche). Me adelanta y a diez metros se para y se abren las cuatro puertas. Yo me veía ya protagonista del programa de Pako Lobatonski, pero por si acaso me crucé de acera antes de que llegasen a salir. Por suerte no me seguían a mi y se quedaron en su acera haciendo no se qué. Me estaba volviendo paranoico? Sería yo el siguiente "me cago"? Seguí hacia el barco y cuando llegué vi que estaba todo apagado. En una garita con forma de cabina telefónica había un soldado hablando por teléfono. Le hice un gesto y me pidió que me acercase. Me habló en ruso, y yo le pregunté en inglés si estaba abierto aún el barco. Lo consultó por teléfono y me dijo "five dollar". Yo no tenía ningún interés de entrar si no encontraba a mis amigos, así que traté de explicárselo, pero como no me entendía llamó al del barco, que se presentó allí de vestido de marinerito. Mientras tanto habían aparecido otros tres jóvenes con cara de chungos, de callejeros que se pusieron a hablar con el soldado mientras no me quitaban el ojo de encima. El del barco me repitió que por 5 $ podría visitar el barco, pero yo le pregunté si seguía abierto. Había cerrado dos horas antes, así que mis amigos no estarían. Para entonces yo era el centro de un círculo de 70 cms de radio y 5 personas (el marinero, el soldado y los tres callejeros) formaban el perímetro. Le expliqué al marinero que buscaba a mis amigos y que si no estaban allí, me iría a buscarlos a otro sitio en donde habríamos quedado. El muy perro me preguntó astútamente "entonces, estás solo?" "si, pero he quedado aquí al lado con unos amigos" y me salí del círculo para alejarme de allí. Mientras me internaba por el camino por el que había venido me di cuenta de que no sería lo más seguro volverme a meter por el paseo oscuro, así que crucé la acera y quebré para dirigirme hacia otra calle que había en la otra dirección, bastante transitada e iluminada. Mientras cruzaba, me volví y vi que los tres chungos se dirigían hacia el paseo. Que cada uno piense lo que quiera, yo tampoco se lo que pensar...

Al final acabé metiéndome en un tranvía hacia ninguna parte. En el primer cruce con movimiento me bajé y vi que había una parada de metro. Bajo al subterráneo y ZAS! Aparezco al otro lado de la calle. Qué habré hecho mal? Vuelta a empezar, pero esta vez por el otro túnel y ... ZAS, en el otro lado del cruce. Me recorrí los cuatro vértices del cruce varias veces, incapaz de encontrar la entrada al metro. Al final me ayudaron en un centro comercial lleno de tiendas occidentales y me metí en el metro, pero en ahora tocaba saber en qué parada del metro estaba. Claro, lo lees en algún cartel y luego en el plano y ya. Pues qué listín. Con los caracteres en cirílico, no? Opté por la vía rápida: Preguntar. Muy amablemente me ayudaron indicándome mi posición en el mapa. Luego me acordé de esa amable persona y de toda su familia cuando me di cuenta de que me había engañado como a un amarillo chino (esto lo tengo que decir en bajito porque la chica que trabaja a mi derecha es china, pero si se da cuenta, ya la engañare con algo). Pero no pasa nada, los años recorriendo los subsuelos de Madrid en el Metro, alcantarillas y similares fueron preparación suficiente, así que llegué al hotel.

Sólo en el hotel me dije: Te echas una siesta y cuando despiertes estarán los otros de vuelta y listos para salir. Fui al bañito a ponerme a punto y allí la vi, blanca como la nieve... recostada sobre los brillantes azulejos... con un tacto suave y fresco e invitándome a disfrutar de ella durante la siguiente media hora. No tenía nada para taparse, así que fui a la habitación de Gaby y le pedí el tapón de su bañera y me di un baño de película. Hay que decir que desde que estoy en Finlandia no he visto ni una bañera, así que harto de duchas todos los viernes, digooo... todos los días, no me pude resistir al canto de sirena que provenía de la bañera. Al principio me temí que si me bañaba con ese agua saldría de ella como un Roberto Carlos cantando la canción del Cola Cao, pero no salió muy sucia el agua. Baño, cama.

A la media hora me despertó la alegría y el alboroto de mis amigos que me pusieron al día de sus vivencias. En menos de lo que canta un gallo estábamos pateando las polvorientas calles de San Petersburgo, dispuestos a quemar nuestra última noche hasta el fin. Primer objetivo: Encontrar cena para los 5 españoles hambrientos, el eslovaco, la mexigabri y la polaca. Ella se erigió en la líder momentánea ya que sabía un sitio bueno para cenar. Cuando ya estábamos abriendo la puerta para entrar nos oyó Valerie de Swissair y nos recomendó otro, así que le hicimos caso y seguimos su consejo. El sitio estaba bien, un chaval joven pero educado y cachondo a la vez se encargaba de los clientes acompañado de la guapa camarera que recibía más atención de nosotros que él, claro que se lo merecía. La comida era muy buena y el vino también fue una grata sorpresa y un buen calentador de la noche. Utilizamos la técnica rotatoria, aunque los dos no hispanos no participaron al principio, luego les gustó y se lo pasaron igual de bien. Como la vez anterior, Gabri arrasó, pero nos reímos y nos tocó a todos. Fue una lástima que José no pudiese tocar el órgano electrónico que tenían en el bar, porque mientras lo comentábamos, guardaron el instrumento.

Satisfechos nos decidimos por ir al centro, de nuevo como destino final el Metro Club que nos habían recomendado la primera noche. Cómo vamos? Ya no había transporte público, pero como nos habían obligado a punta de navaja a comprar una botella de vodka y como mientras decidíamos bebíamos unos tragos y mientras bebíamos unos tragos caminábamos, acabamos por llegar al centro a patita. La verdad es que fue un paseo muy bonito. Hacía mucho frío y casi eramos los únicos en las calles, pero con las casas con patio interior a un lado y el canal al otro, se hacía incluso romántico el paseo.

Pero el Metro Club no estaba en el centro. Surgió alguna resistencia a la idea del Metro Club, así que convenimos en buscar un sitio en el centro. Tras varios infructuosos intentos acabamos por hacer una visita relámpago a un bar y ante el evidente fracaso la alternativa de la discoteca volvió a ganar fuerza. Y en este instante comprendí que los 8 indomables estábamos iluminados esa noche por la estrella de la suerte: A la salida del bar-fracaso había un taxi, así que fui a preguntar el precio. Nos pareció excesivo, a paseo el taxi, vamos a la calle gorda a por otros taxis. Taxi o otro bar-fracaso? Discusión. Mientras tanto decidimos hacernos una foto y pedimos a tres chiquillas que venían que nos la tirasen. Hablaban muy bien inglés (tanto que una resultó ser de Boston) y les preguntamos por algún lugar para echarnos unas risas finales. La americana, la rusa y la holandesa nos ofrecieron acompañarlas a un bar, "El mejor bar del mundo", en palabras del entendido José. Si señor. Entrar nos costaba 200 pts (1.5 $), la tercera parte que el famoso Metro Club. Y si no hubiese sido por nuestras tres ángeles de la guarda, no lo hubiésesmos encontrado, ya que había que entrar en un patio interior de unos edificios y no había ninguna indicación visible a la calle. El bar era la bomba: Tres pisos. Piso bajo: Concierto de Rock 'n' Roll en directo. Los rusos bailando como unos campeones, haciendo los coros en inglés etc. Me hizo mucha ilusión ver la viva imagen de mi amigo Antonio, the man, dentro de unos años. En la barra podías pedir bebidas (cervezas a 125 pts (menos de 1 $), pero también comida y los platos no eran moco de pavo. Piso de arriba: Billares, zona de relax, zona de baile con música cañera actual. Ático: Mesas para tomarse algo tranquilamente, con vistas la piso intermedio. Todo esto era una construcción de ladrillo rojo y el humo de los cigarros y la madera de los muebles le daban a todo un ambiente ideal. Parecía un poco un bar de country perdido en algún lugar de Arkansas... Ah! Se me olvidó comentar que Loren Portillín y la Polaka no entraron y se fueron juntos al hotel, así que el grupo quedó reducido a los 6 incombustibles. En el bar ese hubo de todo que puedes encontrar en un bar español e incluso más. Dejamos nuestras chaquetas en una esquina y nos despreocupamos para encontrárnoslas todas al cerrar el bar sin problemas. Nos reímos. Conversamos con rusos, sobre todo Marcos. Bailamos. Estuvimos con nuestras ángeles. Cantamos. Mil detalles que me cuesta recordar y que alargarían hasta el infinito este breve correo (jejejeee). Gabriela y Martin el eslovaco también cayeron y se volvieron al hotel, así que quedamos los 4 fantásticos, aguantando el tipo. El caso es que a las cinco nos echaron del bar, incluso había venido la policía para cerciorarse de que cerraba. Momentos de tensión: José quería irse rápido al hotel, ya que nuestras salvadoras se apuntaban a un bombardeo, pero ante el frío de la calle su voluntad empezaba a resquebrajarse. Marcos no salía porque estaba hablando con una rusa y un ruso y estaba sopesando la posibilidad de equivocarse de bus al día siguiente e ir a parar a Moscú en vez de a Tampere. El policía que cerraba el bar se puso a berrear porque la chica de Boston estaba apoyada en su coche. Al final se solucionó todo, Marcos se vino con nosotros y pasó de los problemas de visado que hubiese tenido de ir a Moscú. La vuelta en taxi fue mejor que cualquier montaña rusa en ese Ford Orion Macarra con cristales tintados. Esquivando los baches a 100 por hora, abriéndose para tomar las curvas a más velocidad, haciendo cambios de marcha de verdadero profesional, ese debería estar con Carlos Sainz y Makkinen y no en las calles de San Petersburgo... En MI habitación del hotel siguió la fiesta. Yo estaba a punto de caer, pero las fuerzas nos dieron para intentar una última perrería: Despertar a Loren y hacerle ir en pijama a donde la americana y la holandesa (la rusa siguió la fiesta en otro lado). Marcos y yo entramos en la habitación de Jose y Loren como sendos gusanos, arrastrándonos por el suelo para no entrar en el campo visual de nuestro pequeño gran amigo. Pues no había manera de despertarlo. Intentamos el pellizco de pie, la sacudida de cama, la llamada de ultratumba: "lohren, looohreeeehhhhnnn, loooohhhhjajajaaaaajaaaa". Claro, nos entraba la risa y así no había ultratumba que llamase. Al final abrió el ojo, pero ni las promesas más increíbles de mujeres ligeras de ropa rebosando de la habitación pudieron conmover su voluntad de hierro y su sueño de marmota. Solidariamente decidí meterme en el sobre yo también, ocupando la cama de José, ya que sobre la mía aún se charlaba, bebía y reía.

El despertar del domingo también tiene historia, pero como es domingo, llegará en la siguiente ocasión.

Jo qué rabia, con este relato no tengo tiempo de contar lo que me pasa aquí, ni para escribir individualmente. Pero pronto...

Ahora me voy a dormir y a soñar con los paseos petersburgueses.

Bonne nuit!

Tobias

11.11.07

Segundo día en Rusia en 1999

10.11.99

Mes cheres amis!

Ya estoy aquí de nuevo, algo cansado de no haber dormido ayer, comentando con Alex y los arquitectos las jugadas de San Petersburgo. Empezamos a comer pasadas las once y hasta la 1 no empezamos con el segundo plato. Al final ya no pude contenerme y fui yo el humillado que tuvo que decir que si no íbamos a comer el plato principal, que si no aún estamos hablando y la pasta enfriándose sobre el fogón apagado.

Y hoy he tenido presentación en francés acerca de este verano y claro, solo tenía fotos de juergas. Esto no puede ser. Pero volvamos a lo que nos interesa a todos y a quien no, que borre el mensaje corriendo el riesgo de ser infectado por el "virus de la curiosidad postrera".

Ya estamos a viernes en San Petersburgo, un dulce despertar gracias a los porrazos en la puerta nos hace sentirnos con ganas de bajar al buffet de desayuno del hotel. Vaya decepción de buffet. Lo más gracioso eran unas croquetas de algo con mucho ajo que volverían a nosotros con insistencia a lo largo del día. Bueno, pues vistámonos y vayámonos. Teníamos contratado un tour en el autobús con una guía. La verdad es que a mi no me gustan nada esos toures, y menos cuando llevas sueño atrasado, ya que el asiento del autobús se convierte en una trampa mortal, pero bueno. Vimos bastantes cositas, de las que no me acuerdo bien, pero también hicimos paradas. La primera fue en la catedral de San Isaac o Isaias. Pagamos 100 rublos por entrar y luego nos enteramos que haciéndote pasar por ruso solo te cobraban 11, con lo que la confianza en nuestra guía quedó mermada. De hecho se ofreció a presentarnos el Hermitage por una cantidad de rublos, pero nadie quería ir con ella ya. Me imagino que la pobre tendrá la obligación de sacarle las pelas a los turistas, pero bueno. La catedral era muy bonita, más grande que la iglesia del jueves y más fría, pero era muy alta y tenía unas columnas exteriores enormes y una torre con cúpula central igual. Como en ese momento estábamos un poquito picados con la guía y por el tiempo que nos habían dado no nos iba a llegar para subir a la cúpula, nos escindimos del grupo principal una mexicana, una polaca, una italiana y yo (prometo que mi único interés era la cúpula. Creedme. Por favor, soy inocente). Para la cúpula había que pagar cuatro rublos si eras ruso o tenías el carnet Isic, pero como yo no lo tengo porque me saqué otro que no vale aquí, me decían que no podía entrar. Menos mal que en este país son flexibles y después de un par de "no entiendo" y unas caritas de pena, nos dieron las entradas. Siguiente prueba: La que te corta los tickets. "Vosotrovski niet estudianski russki!" Menos mal que la Polaca se hizo cargo de la situación y enseguida le dijo "Da, Da" (si, si) y nos metimos ante la impotencia de la señora, que por cierto debía rondar los 233 años y no estaba como para cerrar el paso a cuatro pura sangre en sus mejores años. La vista desde la cúpula era preciosa. Se podía recorrer por todo su perímetro, con lo cual se podía ver la parte de San Petersburgo que se quisiese. Además, estabamos por encima de los demás edificios y templos y se divisaban bien y bonitas las cúpulas doradas. Ya parecía que estábamos en un cuento de hadas, solo tenia que sonar la música de Titanic de fondo. El descenso por una escalera de caracol larguísima y a la salida una carroza del estilo de la cenicienta. Y tonto de mí me volví al autobús...

La excursión continuó por los derroteros que había planificado la guía, parando brevemente para hacer fotos en algunos sitios. Lo más rastrero me pareció la parada en la tienda de souvenirs. En vez de comprarme un souvenir, les dejé uno en el cuarto de baño y me salí a comprar algo de fruta a una señora que tenía montado un tenderete en una esquina. Era una señora mayor, con la cabezo protegida por un pañuelo y la cara llena de arrugas, pero sin llegar a ser desagradable. Era gracioso cómo pesaba la fruta con esa balanza destartalada y unas pesas del año de la polka, pero me supo mejor la fruta que en Finlandia. Después de un rato, cuando empezaban a salir de la tienda de souvenirs, Matthias le compró una sandía de 5 kilos o más a la señora, que ese día debió hacer el negocio de la semana.

La siguiente parada con el autobús fue delante de la catedral sobre el charco de sangre o algo así, un templo montado por un Zar para su padre que fue asesinado en ese mismo lugar. Como ya estábamos hasta las narices de la guía, decidimos meternos en la catedral y pasar del autobús. Con la práctica ya pasábamos por rusos en todos los lados, así que nos costó 50 pesetillas entrar. Daniel me estuvo explicando algunas imágenes que el conocería por su padre el cura, siempre es interesante saber un poco de qué va lo que estás viendo. A la salida nos volvimos a dividir y nos fuimos los 5 españoles por un lado y Gaby, la mejicana y los dos alemanes de los cacheos por otro, quedando para las 19:00 en el hotel.

Aún nos ardían las carteras de la cena de la noche anterior, así que decidimos que ese día comeríamos barato y qué más barato que la universidad? Nos encaminamos contentos hacia ella y elegimos la facultad de Filología, después de preguntar a varios estudiantes que nos indicaron bastante bien en inglés. La universidad está hecha una pena, es recomendable que todos le echásemos un vistazo y así nos quejaríamos menos de las nuestras. Las paredes están desconchadas y hay aulas pequeñas y oscuras, pero tampoco están sobresaturadas de gente. Se respiraba un ambiente universitario muy sano, la gente se juntaba a trabajar en aulas, nos miraban divertidos al oír nuestros berridos en español, etc. La suerte quiso que nada más entrar estuviese la International Office, en donde nos indicaron cómo ir a la cafetería de la Facultad. De camino nos para una chica con un "Hola!" Tras la inicial sorpresa nos contó que estaba estudiando en Moscú y nos presentó a otras dos españolas, pero no pareció hacerles mucha ilusión el ver a otros compatriotas, así que volvimos a centrar nuestra atención en nuestros ruidosos estómagos.

La cafetería era pequeñita, con una decena de mesas y con la mayoría de los muebles y paredes de madera, con lo cual adquiría un ambiente cálido. La gente estaba disfrutando de sus consumiciones enfrascada en conversaciones o mirándose apuntes, era como una Universidad más, solo que en Rusia y eso hacía que lo flipásemos tanto. Nos tocó el turno de pedir y por señas fuimos capaces de conseguir algo de comida, ya que cuando dijimos "nanana english?", nos respondieron "NIET!" Detrás de la barra se repartían el trabajo tres mujeres: Una camarera bastante monilla, la cocinera (realmente solo era berreadora, porque les gritaba a los de la cocina de abajo qué hacía falta arriba) y la eterna fregadora, de unos 60 años y que se dedicaba a fregar a mano la vajilla usada. Mientras pedíamos se iba acumulando una inmensa cola de rusos que se lo pasaban pipa viendo como intentábamos comunicar con la camarera. Conseguimos por fin sentarnos a comer, rodeados de guapas filólogas (el pobre Marcos había cogido el peor sitio y estaba de espaldas), cuando entró un grupo de tres mozas a las que calé como españolas al segundo. Como no estábamos seguros, solté un "guapas!", más alto de lo que hubiese querido y se giraron levemente, pero no nos hicieron caso, por lo que dedujimos que me había equivocado. Para entonces ya me había entrado la vergüenza y mis amigos se recreaban en mi enrojecida cara, consiguiendo así enrojecerla aun más. Luego, al irse, nos dijeron "hasta luego"... Pedimos unos cafés, esta vez con la ayuda de otra chiquita que nos hizo de intérprete y nos fuimos a investigar por las clases. De pronto escuchamos a través de una puerta: "Madrid es la capital de España..." Increíble, el azar nos había llevado a una clase de español en San Petersburgo. Hicimos tiempo escribiendo postales y pidiendo a otros estudiantes que nos enseñasen a escribir 'España' y 'Alemania' en cirílico. A la salida de la clases de español nos hicieron caso unos pocos alumnos, aunque la profesora ni nos miró. Estuvimos hablando un rato con una chiquita que tuvo el valor de conversar con nosotros, porque había muchos alumnos que eran muy tímidos. Ella hablaba de maravilla, solo con tres años de español y habiendo tenido muy pocas oportunidades de hablar con gente española, pero siempre guardaba la distancia y cuando se vio en el centro de atención de 5 toros bravos se agobió y se fue, la pobre. Al final acabamos yéndonos de la facultad, con destino al hotel para descansar un poquito.

Llegamos una hora más tarde de lo convenido, pero los otros tampoco estaban, así que tranquilamente descansamos, nos aseamos y a la hora o así nos volvimos a poner en marcha en busca de cena.

Nos encontramos con un grupo de los de nuestro viaje que iba para el centro, y les preguntamos si se querían venir con nosotros, que íbamos a ir en Metro. Fue decir "Metro" y callarse todo el grupo. El líder "me cago" palideció como una naranja cubierta de moho. "Qué vais a hacer, inconscientes? El metro es lo más cercano al infierno, no lo hagáis. Os perderéis!!" Mientras se recuperaban del susto nos escabullimos y llegamos a la estación de metro, al lado de una estación de tren. Era una estación que no tenía nada, era enorme y todo estaba como en ruinas, dándole un toque fantasmal a la entrada al infierno, pero el movimiento de gente que había allí indicaba que seguía en uso. Entramos en el metro y por menos de lo que vale un billete de metro en Madrid, viajamos los cinco. Es impresionante la profundidad a la que se encuentran los túneles del metro, no se ve el final de la escalera cuando te montas. Habíamos urdido planes de emergencia por si se planteaba alguna dificultad, como vender cara nuestra vida o salir corriendo, vendiendo así barata la vida de Loren..., pero una vez dentro, en ningún momento pasamos miedo, ya que siempre había un montón de gente y había ruido de conversaciones etc. Llegamos bien al centro y nos dirigimos a un café que habíamos fichado el día anterior. Nos encontramos justo antes de entrar al otro grupo y les ofrecí venir con nosotros, pero no se animaron. Quien sí se animó fueron Martin de eslovaquia (se parece un poco a Bruno) y una chica italiana que nos encontramos en la puerta del bar. El sitio era de gente joven y con música. La camarera tuvo una paciencia increíble al describirnos la comida, ya que los jovenzuelos de la mesa de al lado "no tenían tiempo" para ayudarnos a traducir. Snobs de mierda. El caso es que pedimos a base de señas y de poner cuernos y decir "muuu?", "Da, muuuu!". La comida iba en un recipiente de barro y estuvo muy buena. En cambio el vino dejaba algo que desear y para mayor vergüenza era español. Después de la cena nos fuimos a la plaza enorme que hay delante del Hermitage a cepillarnos los 5 de siempre una botellita de Vodka del bueno, según nos habían recomendado: Un moskovskaya Cristall o algo así. He de reconocer que no estaba tan malo, a mi normalmente el vodka me repele. El caso es que estábamos allí, tan alegres, con nuestros vasos del hotel y el vodka y el sprite cuando aparecen dos figuras que se dirigen directamente a nosotros. Tras una segunda evaluación observamos que su trayectoria no era tan directa, para usar términos telequísticos, estaba modulada la trayectoria por una sinusoide de frecuencia bastante aleatoria, pero al final llegaron hasta nosotros.

Se trataba de Kyria y de Evgene (cirio y eugenio?) y llevaban ya considerable menopea. Se alegraron de encontrarse con unos guiris y compartimos nuestra bebida y la suya. A los cinco minutos ya nos estábamos abrazando efusivamente con este par de estudiantes de derecho y la noche se planteó con ellos desde entonces. Durante uno de esos efusivos abrazos Kyria me dio un cabezazo, pero yo lo vi venir y no lo hizo con fuerza, así que a partir de ahí mi relación con él se enfrió algo. Además él estaba convencido de que yo era ruso e insistía en hablarme en ruso, pero bueno, siempre estaba José para hablar con él. Eso no quita que nos finalizásemos el culo de vodka que quedaba a la rusa, lanzando el vaso por encima del hombro en mi caso y dejándolo caer él, más chulo que un ocho. Al oír los cristales rotos apareció un policía, pero nuestros rusos se hicieron cargo de la situación. También apareció un soldado ruso y se fue con un cigarrillo o un copazo, no recuerdo, pero me gustó que aquí no tienen problema en compartir, y acudieron un par de mozas, pero nuestros rusos enseguida las identificaron como prostis de la mafia y las mandaron a paseo. En vista de las botellas vacías nos dedicamos a buscar un sitio abierto y nos dirigimos a la discoteca que nos había recomendado la chica del día anterior. Cogimos dos taxis (el sexto o así que paramos, ya que Kyria los negociaba como un campeón) y nos fuimos al Metro Club. Una vez allí no nos dejaron entrar a todos, me parece que los rusos llevaban algo en una bolsa de plástico que no le gustaba al de la puerta, así que decidimos buscar otro sitio. Aquí fue el momento del gran fallo, ya que en un coche se metieron Carlos, Loren, Marcos y Evgene mientras que Jose, Kyria y yo nos metimos en otro taxi. Descoordinaron los rusos y fuimos a parar a sitios distintos, creímos ver al otro grupo esperándonos en una esquina, pero nuestro taxi pasó volando por allí. Kyria nos metió en una discoteca de bakalao increíble. La música no me gustaba, pero la discoteca era impresionante, en la parte superior de una nave. Había ventanas en el suelo que permitían ver que te encontrabas por encima de la entrada. En la sala grande que debió ser un teatro en su tiempo había unos DJs actuando con unas bailarinas y los rusillos bailando bacalao (techno) con sus gafas de sol de malos y algunos incluso se quitaron la camiseta. No estuvo mal, pero entre que no nos gustaba la música y que yo tenía un poco atravesado al ruso que iba con nosotros, que seguía en sus trece de hablarme en ruso, nos acabamos cansando relativamente pronto. Curiosamente fuimos más papistas que el papa al dejar nuestras chaquetas en una esquina, como se suele hacer en España, mientras que Kyria no se fiaba un pelo y no dejaba de vigilarlas. Al final, nos fuimos al hotel sobre las 5 de la madrugada, dando un paseíto por las tranquilas calles.

En la entrada del hotel nos encontramos a Timo "me cago" y nos preguntó si sabíamos dónde comprar algo de comer y beber a esas horas para él y sus amigos que llevaban toda la noche de fiesta ... en su habitación!! Le indicamos una tienda de 24 horas que estaba a unos 100 metros y el muy gallina nos pidió que le acompañásemos. Luego subimos a su habitación para ver a una pandilla de borrachos, alguno ya no coordinaba sus movimientos. Hay una página web con fotos de esa habitación, pero no creo que valga la pena, es más, han censurado la foto que yo le hice al dueño de la cámara en su cama, dando patadas al aire e incapaz de articular palabra. La gente que ha visto esas tristes fotos le preguntó a Marcos que si realmente habíamos disfrutado en nuestra excursión. Su inteligente respuesta: "Estamos en alguna de las fotos?" "No", "Pues entonces....".

En nuestra habitación se confirmaron nuestras sospechas: Nuestros tres amigos aún no habían vuelto y seguirían disfrutando como enanos, pero poco antes de acostarnos les oímos llegar y nos contaron sus aventuras con Evgene. Me pareció muy noble por parte de los rusos el que nos invitasen a algunos taxis sin buscar ningún beneficio, de hecho Evgene invitó a nuestros amigos al taxi incluso cuando se separaron, les dio 50 rublos...

Y después de la aventura, a dormir el sueño de los campeones...

Y yo también

Un abrazo

Tobias

10.11.07

El primer día de mi vida en Rusia.

8.11.99

ATENCIÓN: Leer con tiempo y tranquilidad. Creo que merece la pena leerlo más que ojearlo, así que mejor leerlo en varias veces que tratar de verlo todo de golpe sin prestar atención.

Buenos comienzos semanales!!!

Este fin de semana de alegría y jolgorio lo he pasado en San Petersburgo, Rusia. Ha sido tan denso que no puedo escribir todo en un día, ya que se darían los primeros casos de muerte de aburrimiento (o no) delante de una pantalla de ordenador, así que trataré de contar cada vez un día. De hecho a mí me servirá para procesar un poco lo que he hecho durante el viaje, ya que no he podido asimilar todavía la cantidad de cosas que nos han pasado... Así que allá vamos.

El viaje hacia San Petersburgo salía de al lado de casita a las cuatro de la madrugada del jueves, por lo que a muchos se nos planteaba la duda: Dormir o no dormir? La duda se esfumó el miércoles, al ser anunciada una sauna-party esa misma noche. Antes de salir en dirección del cuarto húmedo, José y Marcos se cocinaron una cena que aún recuerdo, casi una semana después. Con la tripita llena nos encaminamos hacia la sauna, pero de camino la vibración de mi teléfono cambió mi destino para esa noche. Era la Leti, así que me decidí a retrasarme mientras hablaba con ella y al final acabé en casa de los canarios enseñándoles cómo se juega a un juego de cartas. Después de confirmada mi maestría, dejé que fuesen otros los que ganasen algunas partidillas, pero el ambiente no decayó hasta las 3:20. Hora a la que tuve que salir corriendo de allí, ya que cuarenta minutos más tarde salía nuestro bus para Rusia y yo no tenía ni maleta. Por cierto, me dejaron una almohada hinchable para dormir más cómodo en el autobús, pero perdía más aire que un marica con fabada, así que me la dejé aquí.

En media hora preparé la mochila y con ayuda de Marcos hicimos 4 bocatas de atún con tomate. Llegamos 5 minutos tarde, lo cual nos hizo temer por nuestro viaje, pero menos mal que aún estaban esperando y ese fue su error, ya que a partir de entonces no volvimos a ser puntuales (5 minutos lo considero puntualidad).

Comienzo del viaje: Vamos a buscar a la mitad de los participantes a la otra residencia, pero el busero se pasa de parada, se mete en un parking para dar la vuelta y casi se acaba allí nuestro viaje... Menos mal que después de varias maniobras consiguió salir, recoger a los que faltaban e irnos.

El equipo hispano lo conformaban: Los arquitectos parlanchines, Carlicos, Loren el que está del lado de la seguridad y no es pesimista según él (y unos coj...s, según las crónicas peterburgianas), Gabriela de México y yo. En el autobús me senté con Marcos, uno de los arquitectos de Valencia y llegamos al acuerdo tácito de guardar silencio para poder dormir. La primera parada del viaje fue para desayunar y en mi caso, para llamar a mis padres a las 7 de la mañana y decirles que pusieran una vela a Santa Socorro para que velase por mi seguridad, ya que los Finlandeses que iban con nosotros nos estaban insulfando el miedo contándonos las más horribles historias acerca de Rusia. Tendríamos que salir en grupos de 200, armados hasta los dientes y temblando por nuestras vidas?

A partir de esa parada, nos sometieron a un tratamiento de lavado de cerebro, a base de poner contínuamente episodios de South Park... Pero los que aguantábamos seguíamos durmiendo. Luego llegó la frontera y allí descubrimos que empezaban a cambiar las cosas. Nos tiramos varias horas para entrar a Rusia, nos miraban varias veces los pasaportes, en mi caso no sé si me reconocerían, con mis pelos revueltos, con mi perilla y mis ojos camuflados por la legaña... El caso es que conseguimos entrar y a partir de ahí ya había menos gente durmiendo, ya que la emoción se hacía cada vez más patente. En Rusia abundaban los coches hechos polvo, de los que huelen mal porque andan con una mezcla de gasolina y aceite. Pero más significativo me pareció que conté cuatro o cinco controles policiales en el camino hacia San Petersburgo...

En el camino hicimos otra parada técnica en la playa, poco antes de llegar al destino, pero nadie se metió en el agua.

Y sobre las tres si no recuerdo mal llegamos a nuestro hotel. Construcción estilo mazacote rectangular y gris. Finalizado el reparto de habitaciones, a Carlicos le tocó solo, a Jose le tocó Loren (jejejeee) y a Marcos le toqué yo. Las habitaciones no estaban mal, no muy grandes, pero en cualquier otro país de Europa no tendría las tres estrellas que lucía este hotel en su entrada. Durante la visita de rigor al cuarto de baño, me fui a lavar las manos y...AHH!! Qué grifo había girado? Es que en Rusia habían hecho una canalización para el café? No, el agua tenía ese color al salir y olía bastante mal, pero al final de un rato acabó saliendo más o menos transparente. Nos venció el sueño y descansamos hasta las 6 y pico, hora a la que habíamos quedado para ir todos a cenar como hermanos. Creo que también llegamos tarde, pero tuvimos tiempo de hacernos con algunos rublos para esa noche. De principio, la intención de los españoles era enterarnos de en dónde iba a celebrarse la cena y quedar más tarde, ya que hay una hora para todo en el día y las siete no lo es para cenar. El caso es que ante el pavor de Timo "me cago" Döbert, uno de los organizadores fineses y muy machote en su país según cuentan, el gran grupo se desmembró muy deprisa y pronto nos fuimos los cinco españoles en busca de aventuras por la ciudad. "Pobres muchachos, parecían simpáticos" pensaría Timo, creyendo que se despedía para siempre de nosotros y preparándose mentalmente para las esquelas del día siguiente.

Primera visita para una catedral o iglesia ortodoxa que estaba relativamente cerca del hotel. Era una construcción cuadrada, con una torre en cada esquina y otra mayor en el centro, todas ellas acabadas en cúpula dorada. Las paredes estaban pintadas de azul clarito y a unos 30 metros había una especie de torre de bienvenida. Al principio no encontramos la manera de entrar, pero cuando estábamos a punto de desistir (alguien ya había comenzado a quejarse) encontramos la luz. Entramos en la iglesia. No tengo palabras para describir lo majestuoso del templo, lleno de imágenes doradas, lleno de velas encendidas por todos los lados. Esta mezcla le daba un ambiente caluroso a la iglesia, uno se sentía a gusto cuando entraba en ella. Lo mejor de todo es que se estaba celebrando la misa y tuvimos la suerte de presenciarla. Era muy emocionante, porque parecía una ruleta rusa. Me explico: Los fieles y tres curas iban de imagen a imagen, parándose a rezar, cantar y santiguarse (al revés, como hacen los ortodoxos), y para nosotros no tenía un orden el recorrido que seguían, por lo que en cualquier momento nos podíamos encontrar con una avalancha de fieles que vendría hacia nosotros. Al final no nos pasó nada y todo se arregló con mantenernos alejados lo suficiente como para poder reaccionar a tiempo. Era muy interesante ver cuánta devoción mostraban los presentes, besando las imágenes, las cruces (primero las tocaban con los labios y después con la frente) y cantando, unos a viva voz, otros casi en silencio. Cuando salimos hubo el primer contacto con un ruso, un mendigo. Por supuesto fue José quién se paró a decirle, en español, "lo siento, no le entiendo, qué quería?" Le cayó algo de calderilla y seguimos el camino, sin rumbo a la espera de lo que nos deparase la fortuna.

San Petersburgo está en la desembocadura del río Neva (creo) y tiene muchos canales, parecido a Toulouse, pero con más canales y mucho más grande (5 millones de habitantes). Nosotros siempre nos movimos por el centro y la ciudad no es muy distinta de lo que estamos acostumbrados a ver en Europa occidental, algo sucia y descuidada, pero con sus Autobuses, Tranvías, Trolebuses y Metro.

Deambulando llegamos a un mercadillo que estaban cerrando ya, pero mientras lo mirábamos, oímos música en directo de un café que había en la misma plaza del mercadillo. Nos metimos y lo primero que vimos marcaría esa noche: Una chica que promocionaba una cerveza rusa a base de quitarle la respiración a quien la viese por primera vez. Todos pensamos lo mismo, así que fuimos a enterarnos de la promoción. Por cada cerveza participabas en un sorteo (la chica hablaba inglés muy bien) de algo, así que Carlos le pidió 4 (70 pesetas cada cerveza, menos que medio dolar!!!). La pobre le dijo que no era seguro que ganase nada, pero él le explicó que íbamos a tomar una cada uno menos Loren, que se enfadó porque le preguntamos si quería alguna otra cosa. Por supuesto no ganamos nada, pero Carlos se quedó dándole palique para enterarse de sitios para salir y para cenar esa noche. Averiguamos el bar que ella frecuentaba y nos recomendó un sitio típicamente ruso y no muy caro para cenar, así que planificamos la noche en función de esta información privilegiada. Después de otros paseos por las hermosas calles de la ciudad nos decidimos a echarle un vistazo al restaurante que nos había recomendado. Nos paramos a mirar el exterior y sin darnos cuenta fuimos testigos de nuestro propio secuestro. Antes de que pudiésemos reaccionar nos habían hecho entrar en la antesala, nos habían quitado los abrigos y estábamos mirando una carta que detrás del precio no indicaba las unidades (dólares, por supuesto). Como buenos españoles borregueros y vergonzosos, nos quedamos en el sitio. Jamás había comido en un sitio así. Estaba el maitre, que hablaba mejor inglés que el americano que iba con nosotros en el viaje y dos o tres camareros a nuestra disposición. Al final la broma nos saldría por unas 5000 pesetas unos 33 $, pero como ya lo sabíamos, decidimos disfrutar al máximo de la situación.

El local tenía unas 7 mesas, bien separadas, con un pianista proporcionando música ambiental, luces suaves e indirectas y camareros mejor vestidos que yo. Pedimos unos raviolis especiales, un plato de pollo, una "hamburguesa" de carne de oso y un esturión para dos. El vino nos lo saltamos para no romper la banca, pero hasta nos daba apuro beber el agua, ya que cada vez que la copa se le quedaba vacía a uno, venía un camarero a rellenarnosla. Mientras esperábamos nos trajeron una especie de concha con un relleno exquisito y tres tipos de pan con mantequilla. Cuando hubimos dado buena cuenta de ello, nos pusieron un sorbete de Cranberry (arándano agrio) para cambiar de sabor, y a continuación trajeron los platos que habíamos pedido, todos al mismo tiempo. El esturión nos lo prepararon delante de nuestros asombrados ojitos y cuando ya estuvo listo nos pusieron los otros tres encima de la mesa, cubiertos por las campanas plateadas que solo había visto en las películas. A la de tres, descubrieron los platos y, como dijo Marcos, sólo nos faltó decir OOOOHHHH! La verdad es que no sé si fuimos pioneros, pero la que se armó a continuación era de Benny Hill. Como buenos españoles, decidimos compartir nuestras comidas, pero aún no habíamos descubierto el método de la rotación, así que eso fue un desastre organizativo. Que si te paso esto, que si me pillo aquello, que yo ya he comido de este plato. Al final fue todo sobre ruedas y pese a nuestra vergüenza, y gracias a la profesionalidad del servicio, disfrutamos de una cena gloriosa. Acabamos haciéndonos fotos y el maitre incluso esbozó alguna sonrisa de complicidad en ese local que no estaba destinado a 5 mequetrefes como nosotros. De hecho los clientes que había eran una pareja formada por un japonés y una rusa guapísima (que cada uno piense lo que quiera, que nosotros ya hemos pensado), un trío de gente bien, se les veía en los modales y al final entró otro trío, uno de ellos en chandal (traje de deportes), con la cremallera abierta y los pelos asomando. Parecía Jesús Gil y para nosotros eran mafiosos, pero daba ambiente. Al final pagamos y dejamos una propina incluso. José le dio la mano al Maitre y tras breve sorpresa, éste sonrió de corazón y también me la dio a mi que era el último en salir. Nos pusieron los abrigos y salimos de allí con el 10 % de lo cambiado a rublos, pero más felices que unas santas pascuas, tras casi tres horas de cena. Más tarde averiguamos que el restaurante pertenece a una famosa y bella actriz o modelo rusa, pero no apareció por ahí.

Decidimos pasear un poco nuestras llenas panzas y la euforia nos embargaba cada vez que doblábamos una esquina y se alzaba ante nosotros una inmensa catedral, un palacio soberbio o una estatua enorme. Eran las tantas de la noche y unos descabezados desafiaban a los consejos de los omniscientes finlandeses. Cuando nos aburrimos de pasear, buscamos un bar para tomarnos algo antes de ir a la cama, pero siendo jueves sólo encontramos sitios vacíos. En uno nos quisieron cobrar por entrar así que Carlos entró para ver qué tal estaba. Empezamos a preocuparnos ante su tardanza, pero al final salió y bien contento, aunque el bar estaba vacío. La razón era la bailarina que se estaba marcando un strip-tease ante el inexistente público. Viendo las pocas probabilidades de éxito y los pocos rublos que nos quedaban, emprendimos el camino de vuelta y a pie hacia el hotel. De camino y cerca de las dos de la madrugada vimos a una patrulla cacheando a tres miserables, pero cual fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que dos de ellos eran nuestros amigos alemanes Daniel y Matthias. El tercero era un miserable real que llevaba una cogorza bastante mayor que la de los alemanes, y ya es decir. Por supuesto nos quedamos y los policías nos preguntaron si los conocíamos y si llevaban drogas. Al final todo quedó en un susto y alegres continuamos el camino. Entre risas nos intercambiamos las aventuras de aquella noche y tratamos de entender lo que decía el ruso borracho, gracias al vodka de nuestros nuevos compañeros de camino. El pobre no era capaz de mantener la dirección... Poco antes de llegar al hotel, el borracho nos dejó y al minuto y justo delante del hotel, nos adelantó una patrulla de policía en coche, descendieron dos agentes y el coche continuó a toda pastilla. Dejaron pasar a Jose, Loren y a Carlos y nos pararon a Marcos, los Alemanes y a mi. En seguida se concentraron en los Alemanes y les cachearon. Daniel llevaba una navaja de las que lleva mucha gente, pero ya encontraron algo de lo que aferrarse (además lo hicieron literalmente, ya que la navaja llevaba una cuerda que la unía al pantalón de Daniel y el policía aprovechó el diseño para asegurarse de tener cogido a Dani). Mientras nos amedrentaban, preguntándonos si llevábamos drogas o armas, cacheándonos y tal, los otros tres españoles no podían más que mirar impotentes. Los policías no hablaban más que algunas palabras en inglés (guns, cocaine) y a partir de la navaja no repetían más que "very bad, 5 days in Office Polizei" entre sacudidas de cabeza, dando a entender que se tenían que llevar a Dani a comisaría. Matthias insistía diciendo "jlepa, jlepa" que quiere decir pan en ruso, para remarcar que la navaja era de uso culinario. Daniel, en postura de mártir con los brazos abiertos (su padre es cura) mostraba el osito amuleto que llevaba sujeto a la navaja, en un intento de mostrar su inofensividad. Los policías hablaban por walkie y desviaban la atención, registrándonos alternativamente a Marcos, a mi, preguntándole a Marcos si su paraguas era una pistola. El mayor miedo lo pasé cuando nos pidieron el pasaporte, ya que este estaba guardado en la caja de seguridad del hotel, pero se conformaron con el carnet de identidad. A Daniel le cogieron la cartera y el dinero, pero le devolvieron todo. Al final, se fueron y nosotros llegamos a deducir que lo que querían era un soborno. Nos dimos cuenta de que se fijaban mucho en el dinero de Daniel y que los walkies estaban apagados. Aprovecharon el ruido de una botella al romperse para irse dignamente de la situación. Recorrimos los últimos pasos hasta el hotel aliviados porque habíamos salido indemnes de la situación cuando de pronto Daniel se percata de que le faltaban 900 marcos finlandeses (unas 25000 pesetas, 170 $). Por eso se fueron tan súbitamente. En un momento de descuido habían cogido el dinero de la cartera de Daniel. Nosotros prestamos la atención máxima cuando cogieron los rublos del bolsillo de la camisa de Daniel, y no cogieron ninguno, pero nos relajamos cuando los policías corruptos se dedicaron a la cartera. Después de sopesarlo un poco, Daniel y Matthias fueron en busca de los policías, pero no los encontraron. Qué habrían hecho si los hubiesen encontrado?

Caímos redondos en nuestra camita tras tan agotadora jornada. Y dormimos hasta el día siguiente, pero esa es otra historia y debe ser contada en otro momento.

Si alguno de los que fue a San Petersburgo ve alguna incorrección o se acuerda de algo que me haya pasado por alto, que me lo diga y lo incluiré...

Un abrazo muy gordo,

Tobias

8.11.07

Tantas cosas...

Hoy Finlandia se ha levantado así:
Las banderas ondeaban a media asta, ni el viento soplaba para levantarlas. Un desequilibrado decidió ayer liarse a tiros en la escuela en la que finalizaba sus estudios, a unos 60 kms. de Helsinki. El desgraciado se cargó a 7 u 8 personas antes de dispararse a si mismo. Por qué esta gente no invierte el orden y se dispara a sí mismos primero? Sinceramente, creo que este tipo de cosas no se pueden prevenir. Estadísticamente, hay un número de chalados por cada tantos habitantes, y alguna vez se dan las condiciones para que estos estallen y se lleven por delante a gente que tuvo la mala suerte de andar cerca. Ya os hablé de lo duro que es Noviembre en Finlandia. Espero que se acaben aquí las depresiones y sus efectos. Curiosamente mis amigos finlandeses no comentaban la noticia, a pesar de ser portada de todos los medios. Algún que otro comentario aislado, pero nada más. Parecía que querían olvidarlo rápidamente.
En cuanto al día a día, voy a ver si recuerdo lo que he hecho desde la semana pasada, porque hoy en Kung Fu nos hemos puesto por primera vez los cascos y me han dejado la cabeza bien sonada.
Espero que no se hayan perdido las células grises que guardan los recuerdos. He ido dos veces a la sauna de Rajaportti: el miércoles pasado y el lunes. El miércoles todo salió bien, pillé los buses a tiempo. El lunes fue todo lo contrario. En la sauna había unos borrachuzos pegando berridos. Mientras me quitaba la ropa para entrar, salía uno de ellos para pedir perdón en nombre de sus amigos y luego volvía adentro a seguir gritando. Entre ellos había un chaval español que estaba de visita. Eran actores que habían asistido a una defensa doctoral de una chica que estudiaba las obras de teatro en las que los actores hablaban un idioma que desconocían, memorizándolo. Los actores fueron de la sauna al centro y me invitaron a que los acompañase, pero yo preferí quedarme con Claudia y Jesse en la sauna. Al salir de ella me di cuenta de que había perdido el bus. Tuve que caminar hasta el centro y el bus no saldría hasta una hora más tarde, así que fui en busca de los actores y me los encontré en un bar en el que me dijeron estarían. Estaba la recién doctorada, el joven actor español, un director de obras de teatro, un compositor y alguno más. El director había dirigido varias obras en las que los actores finlandeses hablaban español y uno de los actores me hizo una demostración. Me moría de risa. Parecía que había salido de 'Alatriste,' y no tenía ni papa de lo que decía. El compositor, un tal Jouni Kaipainen, me comentaba todo campechano lo apenado que estaba de no haber podido ir a la defensa del doctorado porque había tenido que cuidar de sus hijos. Luego le recitó a la doctora un poema de Uuno Kailas y me habló de ciertas coincidencias de la vida de este poeta con la de García Lorca. Pasaría esto en España, que un compositor con su entrada cool en la wikipedia se rebajase a hablar con un tío peludo que acaba de salir en chandal de la sauna? Esta gente iba a por todas, pero yo me retiré en mi autobús nocturno para descansar.
El viernes fui con Ingo a una fiesta en casa de la novia de un chaval español que vive aquí en Tampere, Rodrigo. El enorme piso estaba en el centro de Tampere y en él viven 5 chicas que una o dos veces al año se ponen de acuerdo para hacer una fiesta entre todas. El tema de la noche, con Halloween de por medio, era la muerte. Se suponía que era una fiesta de disfraces, pero muy pocos iban disfrazados. Yo iba prevenido con mi vestimenta papal. Ingo no llevaba ni disfraz ni alegría, está un poco tristón últimamente. Noviembre, ya se sabe... En la fiesta había algunos conocidos y conocí a otros españoles (más aún) y a un argentino. Creí que le cogería manía desde el principio, pero es un tipo encantador y nos echamos buenas risas desde que le conocí. A eso de la 1, mi disfraz me pareció demasiado light y me hicieron un tuneado facial:
Con este maquillaje fui al Doris, aunque solo quedaba una hora de noche. Después, vuelta a la casa de la fiesta, con Kurt que se las veía muy felices con una chica, pero al final nada. En la casa aún había mucha gente y allí aguantamos hasta las 5:30. Como yo no tengo de eso que usan las mujeres para desmaquillarse, estuve 2 días con los ojos con sus rayas negras por dentro. No veáis el éxito en el gimnasio el domingo.
Y el sábado, el único día con sol en un buen tiempo, amaneció nevado y aproveché para ir a correr con mi recién recuperado reproductor de MP3. Mientras yo corría alrededor del lago, una señora se metía en él a nadar, sin sauna ni nada. Temperatura ambiente de -2 grados, el agua a unos 6 o 7. Y tan tranquila. Tendré que probar yo también...
Feliz fin de semana!
T

3.11.07

3.11.1999

Yuhuu, hoy (en 2007), después de ser ayer 'San' Tobias según el 'santoral' finlandés ha amanecido nevado! Realmente fue el día del nombre Tobias, porque aquí no se sigue lo de los santos.

3.11.1999


Buenas y oscuras tardes a estas horas en estas latitudes, pero no todo es tan negro como lo pintan, no señor. Hoy ha hecho un día fabuloso, pero vayamos por partes, que antes de hoy fue ayer.

Ayer no recuerdo mucho de lo que pasó durante el día, probablemente porque no haya pasado nada interesante, pero por la noche hubo, de nuevo, cena gloriosa. En este caso nos invitaron a cenar más o menos voluntariamente (el día anterior un delegado fue a pedir que nos invitasen a la cena) en casa de Raquel y Valerie, unas chiquillas que estudian en Graná. El delegado no se contentó con autoinvitarse, sino que puso como condición sine qua non que pudiesen asistir sus compañeros de piso y en total fuimos cuatro en la cena. Así cenamos una sopita de verduras y luego carne al horno. Alex, mi ruso, tiene un verdadero don: el de manejar cuchillos. Le deberían haber cogido a él para la escena del tío que va clavando su navaja entre los dedos a toda velocidad, solo que después tendría que hacer la del mechero de Hitchcock, en la que el que perdía una apuesta, perdía un dedo... El día de los disfraces, se cortó con el cutter, ayer se cortó con un cuchillo enorme. Ahora comprendo porqué le regalaron la maquinilla de afeitar eléctrica. El caso es que al final nos acabamos riendo. Alex me contagia su risa y no recuerdo lo que pasaba, pero cuando se puso a reír, creí que me moría. Acabe llorando como una magdalena. Al final, casi también lloro de la emoción, ya que de postre, Valerie había preparado unas natillas deliciosas, con galleta por encima y todo. Como José se fue antes de tiempo, nos ventilamos la suya Marcos y yo, eso sí, mientras comíamos guardábamos silencio en recuerdo de José.

Al acostarme conseguí acabarme el libro que me estaba leyendo.

De pronto me encontraba atado y mi cuerpo se acercaba a la sierra giratoria. VROOOOAAAMMMM!!! El estruendo se hacía cada vez más fuerte y por mucho que tensaba mis músculos, no conseguía liberarme de mi trampa mortal. Serían mis últimos momentos? Los ojos se me desorbitaban, el vello se me erizaba, el corazón latía como un tambor: POMPOM POMPOM pom pom, POMPOMPOMPOOOOOMMMMM. De repente, alzo la mirada y veo, entre legañas, a Alex, que había aporreado la puerta: "Good morning, Tóbias (asi es como él pronuncia mi nombre)" "Einh?" "You told me to wake you up at 8" "Oh, thanks!" VROOOAAAMMM. Pues no estaban los cachondos de los obreros taladrando las paredes antes de las ocho de la mañana? Perros. Si los pillo les hago el agujero para los pendientes con la taladradora. Mientras regreso al mundo de los vivos con el ceño fruncido por el mal despertar, tengo una visión. En mi armario veo reflejados unos rayos solares. Seguía soñando? No, era realidad, este día se había levantado despejado. La verdad es que se valora el sol cuando no se tiene. Cambia totalmente el ánimo, se va por la calle sonriendo, aunque también ayuda que el suelo está mojado y el reflejo del sol te da directamente a los ojos... El caso es que he tenido que ir a la ciudad y cuando andaba por la calle me entraban ganas de cantar y gritar. Preparaos para cuando llegue a España... En cuanto el avión pase las nubes, me marco un zapateado en la clase turista.

Y esta noche vuelve a haber sauna. La intención es ir tarde y aguantar allí como leones, hasta las 3 o así, ya que el autobús sale a las de la madrugada. Vamos a salir de la sauna hechos unos palos secos.

Y ahora me voy que me acaba llamar Alex con la voz temblorosa por el hambre, así que no le voy a hacer esperar más.

Muchos besos,

Tobias

1.11.07

1.11.1999

A ver si soy capaz de concentrarme un poco y comentar los acontecimientos del fin de semana.

Lo que más llevo haciendo es leer. Es que estoy viciado con "Los pilares de la tierra" y no hay manera de dejarlo. Llegue a casa a la hora que llegue, me tiro un bueno rato luego leyendo en la cama. Y claro, la mañana que sigue, levantarse es un horror.

Ahora mismo me he vuelto a desconcentrar porque me he puesto la música de Benny Hill y como es tan animada, me apetece correr haciendo eses por la habitación perseguido de cientos de personajes que nunca me alcanzan. Pero sigamos con el fin de semana. El viernes jugué por primera vez al floorball, parecido al hockey, pero finlandés (tiene un nombre en finés, pero se me ha olvidado). En mi equipo, todo internacionales y dos no habíamos jugado nunca, pero acabamos ganando varios partidos. Es muy activo este deporte, y como no, se juega en el bunker de la Uni. También el viernes había dos fiestas, un cumpleaños de una polaca y dos amigos y otra fiesta paralela, también organizada por una polaca en mi edificio. Tomamos la salomónica decisión de ir a las dos, empezando por el cumpleaños. Se celebraba en las aulas de arquitectura, con eso de que podemos acceder a la universidad a cualquier hora, algunos aprovechan algunas salas para montar juergas. La verdad es que todo estuvo controlado en todo momento y después quedó todo como los chorros del oro. Tendré que proponerle a los de mi escuela que nos den acceso, a ver que me dicen... El caso es que a las 11 nos íbamos a la fiesta de mi edificio los arquitectos, Loren y yo (habiéndonos anunciado a las 9). De pronto, aún en la f. del cumpleaños, José me grita "Corre, corre!" Sin saber porqué, comienzo a correr junto a él. "Por qué?" "La gorda, la gorda, que viene la gorda!!!" Mientras me entra la risa histérica nos adelanta Marcos, que se había enterado de lo que iba la historia: La mujer más pesada del mundo se quería venir con nosotros, sin saber ni siquiera a dónde íbamos. La jugada nos hubiese salido redonda si no hubiese cazado a Loren, (el pobre no puede correr, porque está lesionado tobillarmente, por cierto, ahora escucho la canción de "El negro no puede"). El caso es que se nos acopló a la fiesta, que resultó estar bastante matadita, pero había cosas de comer y como en este país siempre se come mucho aguantamos bastante. Estuvimos un rato, se fue la plasta, y al final nos regresamos al declive de la fiesta del cumpleaños. Una pena, pero nos lo pasamos bien incluso en los últimos momentos del cumpleaños.

El sábado tuve gimnasio, pero me dediqué a charlar con un Polaco, así que nada de ejercicios. Por la tarde nos metimos una sauna entre pecho y espalda, superando en aguante a dos finlandeses. Ya no hay quien nos pare, a partir de mañana me llamáis Tobikkas Hiddalggen. La gloria fue para la noche. Se celebraba el cumpleaños de Amelia, TeleKanaria y el de Marcos, aunque a Marcos le queden aún bastantes primaveras hasta que alcance la edad de la primera. El caso es que como estamos en fechas de Halloween, se decidió que la fiesta iba a ser de disfraces, a ser posible terroríficos, MHUAHUAHUAAAAHUAAAAA!!!!! Los arquitectos, Hugo que es otro arquitecto francés, nuestro ruso Alex y yo tomamos una decisión ingenieril. Seríamos las momias de la dinastía Kol-Hog-Ar Skot-Tex. Con varios rollos de papel higiénico, celo y un cutter nos fuimos al edificio de la fiesta y nos pusimos manos a la obra (está sonando la música de McGyver). Casi 45 minutos estuvimos enrollandonos en el papel. El que mejor salió fue Hugo, ya que era el primero y le vestíamos los cuatro. Todo esto sucedía en el descansillo del primer piso y la gente de ese piso que salía se nos quedaba mirando asombrada. Muchas risas. Según iban quedando listas las momias, su movimiento se ralentecía como el de las momias de las películas a causa de la precaución de no romper el disfraz. José y yo nos automomificamos casi, pero por fin tuvimos nuestra aparición estelar, un pie detrás de otro. Marcos con sus gafas de sol y Alex con su gorra y unas manchas de sangre verdadera, ya que se había cortado con el cutter. En la fiesta había de todo. Gente sin disfrazarse, gente con disfraces buenísimos, gente disfrazada de ??? También había de todo de comer, una empanada de primera. Fue de gran utilidad nuestro disfraz, ya que la comida era de mano y las momias nos podíamos limpiar en nosotros mismos. Conocí a dos Telekos de Madrid en persona, porque de oídas o de mailes ya los conocía: Angel Lopez y Carlos Crespo. Carlos iba con una túnica y unas gafas de calabazas de Halloween, está bien que los telekos que exportamos no sean del formato estándar toñaca (preguntar a Leti por una definición de esta palabra, pero solo por su sonido creo que se puede deducir). No puedo contar toda la fiesta, porque en las dos horas que estuvimos hubo muchas detalles graciosos, la entrega de regalos, el feliz cumpleaños en múltiples idiomas, etc. El caso es que nos escindimos un grupo de siete para ir al Doris, el bar "alternativo" de aquí. Dando botes hasta las 3 y media por dos veces (ya que como había cambio de horario, alargaron el tiempo de apertura del bar). Del grupo desaparecieron dos, con cosas mejores que hacer, pero se incorporaron Amelia y Carlos Crespo, así que recuperamos la integridad perdida. Lo que más ilusión me hizo fue saber que a la niñita de cumpleaños le han regalado un osito de peluche que se llama... Como se llama, eh? Qué creéis? Pués no me hace gracia. Carlos lo usaba para hablar con los finlandeses y aunque él llamaba Marta al osito de peluche, acabó cuajando el Tóbias y cada vez que oía mi nombre y me giraba expectante, descubría decepcionado que era el oso el aclamado.

Al final, a la cama a las tantas. Hoy domingo ha sido un día del señor, relajado a excepción del partido de futbol. Hoy también llegamos tarde, pero como esta vez no había ni pelota ni porterías, no pasó nada. Por suerte pudimos arreglarlo y jugamos. Acabamos de ver Ronin y mientras escribo esto al son de "Don Pepito y Don José" me estoy dando cuenta que esto va a ser peor que leerse el libro de álgebra de primero, así que no me enrollo más y me voy a la camita a dormir.

Muchos abrazos y besos.

Tobias


El juego se llama Salibandy o Sähly en finés.
Las fotos son de Loren, creo.