16.11.07

La vuelta de Rusia / última entrada de 1999

15.11.99

Contento, al son de "The lion sleeps tonight" (Awimbawe!), comienzo el relato del último día de nuestra excursión a Rusia. La verdad es que con el tiempo que ha pasado desde ese día (una semana), no sé si me acordaré de los detalles, pero como siempre, los que se acuerden de algo más me lo pueden enviar.

Lo último del sábado fue acostarse, como es lógico...
POMPOMPOOOMMMMM!!! Eh?!? El despertar fue de lo más sobresaltado, José casi tira la puerta a las 9:20 de la mañana (tras tras o cuatro horas de sueño). El estimado y asiduo lector se preguntará: "Cómo es posible que José se haya levantado antes que los demás y sea el encargado de despertar al personal?" José no durmió esa noche. El caso es que casi me deja seco en la cama del susto. Según su descripción, salté de la cama y pegué dos o tres puñetazos al aire. Antes de recuperarme del susto y aún en ese estado indefinido entre el mundo real y el de los sueños, comienzo a oir unos berridos desgarradores: "Me cago el la puta!! Qué hijo de putaaa!!!" Pero quién me manda a mi tener estos despertares? Loren estaba despotricando. Le habrían despertado de un sueño irrepetible? No, resulta que el autobús se iba a las 9:30 y nos quedaban 10 minutos y la culpa de todo lo tenía José que no nos había despertado antes. Desde luego, mira que no despertarnos a tiempo siendo tu obligación, José, es que eres un malote. Todavía más para allá que para acá y con legañas, fui a desayunar y allí me enteré de que la partida del bus era a las 10:30, quizás es que nos habían dicho a los españoles que partiría una hora antes para que no llegásemos tarde. La estratagema surtió efecto y aunque llegamos los últimos, por supuesto, a las 10:30 estábamos todos sentados en el autobús listos para partir. O no? Copón! Se nos olvida Carlos!!! Rápido, comando de búsqueda y captura. Aporreo a la puerta de su habitación. No hay respuesta, lo que puede significar dos cosas: Ha desaparecido con la holandesa o ha desaparecido de entre nosotros y está esperando que le saquen de la habitación en autobús de madera. La señora de la limpieza que pululaba por allí nos ayudó intentando abrir su puerta con su llave, pero no pudo, había una llave metida por dentro. Oh Oh! Llamamos por teléfono a la habitación y en paralelo aporreamos la puerta. La conjunción de todos estos esfuerzos hicieron volver a Carlos. Mientras abría y empezaba a acostumbrar los ojos a la luz del día, Marcos y yo le hicimos la maleta. El pobre no debe saber casi como llegó al autobús esa mañana de lo rápido que pasó todo.
Por fin salimos de vuelta. Ni ambiente ni nada, todo el mundo durmiendo, ya que hasta los Finlandeses la montaron hasta las tantas, aunque en la habitación del hotel, ya que al parecer habían oído un tiroteo y se habían atrincherado allí, pidiendo pizza para cenar...
En ese estado de semitrance llegamos a Vyborg, la ciudad rastro (mercadillo) para nosotros y la ciudad de origen de Alex, mi ruso, para hacer unas últimas compras. Nada reseñable, solo un chavalín de unos 5 añitos que hizo de la pierna de Marcos un saco de boxeo hasta que Marcos le dio unas monedillas, porque después de lo que se lo curro se las merecía... Todo el mundo se compró sus botellitas de agua con vitaminas y directos a la frontera.
Por suerte no nos miraron mucho. En cambio la inspección de los pasaportes estuvo de lo más curiosa. Se subió un joven soldado ruso y se puso a revisar todos los pasaportes. Como el autobús iba repleto de estudiantes internacionales, había una variedad enorme de pasaportes y el soldado se puso a hacer bromas de cada país. A los italianos les decía: "Mafia, eh? Cosa nosstra! PumPum!", al americano: "Bill Clinton. Monica Lewinsky, eh? Bill Clinton Sex Machine, yayaaa!". A mi parecer, el más gracioso comentario se lo hizo a Paras, de la India: "India? Benzin! Benzin!" Ante la cara de "No entiendo" de Paras, hizo el gesto de beberse el "benzin", hizó "glúglúglú" y luego hizo como si se prendiese fuego, como esos que se autoimolan por protestas. Vaya risa que me entró! A mi no se atrevió a decirme nada... El soldadito se bajó del autobús acompañado de una calurosa ovación.
En el duty free entre las fronteras, nos ventilamos la sandia que se había comprado Matthias. Me toco partir y repartir, pero qué mal lo pasé cuando se me llenaron las manos del zumo de la sandía, haciendo ni frío ni calor, unos cero grados... José y yo tuvimos que volver hasta el puesto ruso para lavarnos las manos. Cuando regresábamos al autobús me percaté de que se me había olvidado limpiar la navaja de Dani con la que había cortado la sandía, así que dimos media vuelta de nuevo y nos pusimos a correr hacia la caseta. En seguida salieron tres guardas fronterizos y nos pararon. "A donde vais?" Menos mal que no se me ocurrió sacar la navaja para darle alguna explicación...
De nuevo sobre ruedas, algo decepcionados porque nos tuvimos que chupar otras x entregas de "Southpark" en vez de Matrix, que habían comprado los Finlandeses en Rusia y que por supuesto no funcionaba. Por suerte me pude dormir algo gracias a que me acoplé en un buen sitio y con una buena almohada y en menos de nada llegamos a casita. Qué pena al bajar del Autobús. Era como despertar de un sueño, se volvía a la rutina (qué morro tengo por decir eso) de Tampere. Decir adiós a los compañeros del viaje, sacar las maletas...Pero todo llega a su fin dicen por ahí, al igual que estos relatos.
Espero no haberos rayado mucho, hasta la próxima!

Tobias

P.S: Hoy ha hecho -6 grados centígrados. No comments

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